jueves, 28 de julio de 2016

Gabón 8 (2015) Fauna observada-Aves 1

En las dos siguientes entradas iré poniendo las especies de aves y mamíferos identificadas en el transcurso del recorrido por el interior de Gabón.
Gansito africano Nettapus auritus C.M. Aguilar Gómez

AVES

GARZAS (Ardeidae)   
-Garcilla bueyera (Bubulcus ibis)
-Garcita verdosa (Butorides striatus)

ANATIDAS (Anatidae)   
-Gansito africano (Nettapus auritus)

RAPACES (Accipitridae, Falconidae)   

-Buitre palmero (Gypohierax angolensis)

-Aguilucho caricalvo común (Polyboroides typus)
-Aguila crestilarga (Lophatus occipitalis)

Águila Lophatus occipitalis. C.M. Aguilar Gómez.
FRANCOLINES (Phasianidae)   
-Francolín escamoso (Pternistis squamatus)


POLLAS DE AGUA (Rallidae)   
-Polluela negra africana (Amaurornis flavirostris)

LIMICOLAS (Charadriidae, Glareolidae)
-Chorlitejo de Forbes (Charadrius forbesi)
-Avefría lúgubre (Vanellus lugubris)
-Avefría coroniblanca (Vanellus albiceps)
-Canastera gris (Glareola cinerea)

PALOMAS Y TORTOLAS
(Columbidae) 
-Tórtola ojirroja (Streptopelia semitorquata)
-Palomita aliazul (Turtur afer)
Inseparable (Agapornis pullarius). C.M. Aguilar Gómez.
-Vinago africano (Treron calva)

LOROS (Psittacidae)
-Loro yaco (Psittacus erithacus)
-Inseparable carirrojo (Agapornis pullarius)

TURACOS (Musophagidae)
-Turaco de Guinea (Tauraco persa)
-Turaco gigante (Corythaeola cristata)

CUCOS (Cuculidae)
-Cucal senegalés (Centropus senegalensis)

RAPACES NOCTURNAS (Strigidae) 

-Cárabo pescador vermiculado (Scotopelia bouvieri)
Pájaro-ratón común Colius striatus C.M. Aguilar Gómez

-Búho de Guinea (Bubo poensis)

VENCEJOS (Apodidae) 

-Vencejo de Cassin (Neafrapus cassini)
-Vencejo palmero africano (Cypsiurus parvus)
-Vencejo moro (Apus affinis)

PAJAROS RATÓN (Coliidae)  
-Pájaro-ratón común (Colius striatus)

MARTINES PESCADORES (Alcedinidae)  
-Alción senegalés (Halcyon senegalensis)  
-Martín pigmeo del Congo (Ceyx lecontei)

ABEJARUCOS (Meropidae)  
-Abejaruco pechiazul (Merops variegatus)
Abejaruco (Merops malimbicus). C.M. Aguilar Gómez.

-Abejaruco frentiblanco (Merops bullockoides)
-Abejaruco cabecinegro (Merops breweri)
-Abejaruco cabeciazul (Merops muelleri)
-Abejaruco de Malimba (Merops malimbicus)

ABUBILLAS (Upupidae)  
-Abubilla (Upupa epops)

jueves, 14 de julio de 2016

Gabón 7 (2015) Los pigmeos bagongos del parque Waka

Marcas de ritos animistas. Waka. C.M. Aguilar Gómez
Tras regresar del parque Moukalaba-Doudou nos quedamos parados un par de días en Tchibanga. Ni corto, ni perezoso, el conductor nos averió el coche a posta para ralentizar el viaje y sacarnos dinero por “repararlo”. Queríamos visitar los humedales costeros del P.N. Loango pero todo estaba en nuestra contra. Llegar por libre no era fácil, los guías locales pasaban de llevarnos si no pagábamos un dineral por un viaje de varios días usando lodges carísimos. Para opciones más austeras no les interesábamos. La costa es muy salvaje y sin prácticamente poblaciones así que, o llegas en barco desde Libreville si coincide que en esas fechas hay algún grupo de turistas que vaya al P.N. Loango, o por tierra has de cruzar por terrenos de la petrolera Shell solicitando un permiso para usar su pista de tierra. En fin, una odisea.

 

Hacia el interior P.N. Waka. C.M. Aguilar Gómez.
El boicot del conductor nos decidió a descartar la costa y dirigirnos de nuevo al interior. Elegimos el parque nacional Waka. Fougamou es la población de acceso al parque, una extensa zona de montañas boscosas que conectan con el P.N. La Lopé. Allí aún quedan poblados pigmeos, los habitantes originales de la cuenca del Congo. En la oficina del parque su director nos recibió de una forma inesperada... “ustedes deben ser Iván y César ¿no?”, recordándonos a la frase que Stanley dirigió a Livingstone. Vaya shock, nuestra fama nos precedía. El mes previo escribiendo a todas las instituciones y nuestro paso por otros parques habían dado la "voz de alarma" de nuestra visita, ¡tan poca gente había viajando por libre en Gabón!



Ritual dentro de la cabaña pigmea. C.M. Aguilar Gómez.
Afortunadamente el director nos lo puso todo fácil. Nuestro conductor no. Que en los poblados pigmeos no hay hoteles, pues me niego, y también a dejaros el vehículo. Uf, qué paciencia tuvimos que tener. Desbloqueada la situación, nos fuimos tres días a los poblados pigmeos con dos alegres guardas, Jean Pierre Ongoda y Guy Ghislain Ibinga… y ¡sin el conductor! Estábamos exultantes. Nuestra prioridad eran los pigmeos pero nos informaron que ahora vivían asentados en varios poblados junto a la pista que recorre la montaña y que ya no hacen itinerancia en el bosque que era su razón de ser. Aún así, nos mostraron algo de su vida tradicional en los dos días que permanecimos en la aldea de Sogha.


 



Con nuestros anfitriones pigmeos. Foto: Iván Sánchez.
Los pigmeos han ido perdiendo terreno por el avance de los pueblos de origen bantú. Los pocos que aún conservan su cultura y cierta diferenciación se hallan en regiones marginales de bosques entre Camerún y Gabón. Los que visitamos en Waka han llegado a la actualidad aculturados. Un política de conservación de espacios naturales a la occidental los ha sacado de la zona protegida. Ahora viven en la zona de amortiguación de la agricultura en los claros de bosque sin poder hacer su vida tradicional de caza itinerante. Un error incluso si lo miras desde la propia conservación de la biodiversidad del parque, así lo han demostrado estudios en espacios con y sin poblaciones nativas en Sudamérica.




Ataviada para rito de paso de iboga. C.M. Aguilar Gómez.
Casi todo lo que conseguimos de imagen “tradicional” lo hicieron porque se lo pedimos para documentarlo, como la caza con arco o la construcción de cabañas con hojas. A pesar de ello tienen sus creencias animistas y sus ritos relacionados con el consumo del iboga, una planta equivalente a la ayahuasca amazónica, aunque esa cultura inmaterial es difícil de ver en una visita corta. Por suerte, junto a un poblado dimos por casualidad con una adolescente pasando por un periodo de preparación para el inicio en la toma de iboga, con sus collares de conchas marinas y la prohibición de hablar ni de mirar a nadie durante esos días. Tras tres días en Waka regresamos a Libreville y pusimos fin al viaje no sin antes hacer una visita corta una reserva forestal cercana a la capital, el bosque de Mondah.

martes, 5 de julio de 2016

Gabón 6 (2015) Los gorilas de Moukalaba-Doudou

Bosques de la Sierra de Chaillu. C.M. Aguilar Gómez.
Dos días tardamos en llegar al siguiente destino, el parque nacional Moukalaba-Doudou. De Franceville nos dirigimos a Lastourville y desde allí tomamos una modesta pista de tierra que atraviesa la sierra de Chaillu. Bosques nublados salidos de otro tiempo y un largo recorrido por una zona con una densidad de población bajísima. Hicimos pocas paradas ya que debíamos llegar antes de la noche a la única localidad en toda la ruta con alojamiento, Mimongo, de lo contrario nuestro conductor entraría en pánico. En las pocas paradas hubo especies de aves singulares como el martín pigmeo del Congo (Ceyx lecontei), el abejaruco cabeciazul (Merops muelleri) o el inseparable carirrojo (Agapornis pullarius).



Huella de Felis aurata. C.M. Aguilar Gómez.
Las orillas de barro de las pistas eran buenos lugares para detectar mamíferos que difícilmente veríamos. Allí localizamos huellas de civeta de las palmeras (Nandinia binotata), de duikeros (Cephalophus sp) o del esquivo gato dorado (Felis aurata).

Moukalaba-Doudou es el parque nacional donde, según nos dijo Jean-Louis, más posibilidades teníamos de ver gorilas en todo Gabón. Ya teníamos fotos buenas de Lekedi pero ansiábamos verlos en libertad. Desde la población de Tchibanga organizamos la visita que, como otras veces, no fue sencilla a pesar de disponer de nuestro propio vehículo.

A primera hora de la mañana condujimos hasta Doussala, donde se encontraba el grupo más accesible en aquella época. De camino un felino de tamaño medio cruzó la pista despreocupado, una observación fugaz de un bicho oscuro, un ejemplar melánico de gato dorado.




Turaco Corythaeola cristata. Foto: C.M. Aguilar Gómez
Mientras hacíamos tiempo para que nuestros dos guías recabaran información de por dónde andaba el grupo, pudimos disfrutar de otra de las especies estrellas de Gabón, el turaco gigante (Corythaeola cristata) un ave que más que volar trepa y salta de rama en rama con una agilidad que uno imagina más para un Archaeopteryx que para un ave de su peso y tamaño. Y tras la espera llegó el momento de rastrear a los gorilas. Buscábamos un grupo cerca de la casa de un investigador japonés que vivía allí desde hace 12 años tratando de habituarlos. En otras épocas estaban comiendo frutos dentro del bosque, pero ahora consumían unas cañas que crecían cerca de la casa, así que no había que alejarse demasiado.




Cañas comidas por gorilas. C.M. Aguilar Gómez.
Según los guías habituar a los gorilas de llanura puede llevar unos 6 años si todo va bien, o a veces hasta 10 años. A ellos los gorilas los conocían y por eso podían acercarse. Lo que no nos dejaron claro era qué entendían por un grupo habituado. Después supimos que no era lo mismo que nosotros. Iván detrás de uno de los guías y yo detrás del otro, fuimos avanzando sigilosos, casi de puntillas, hasta la zona de las cañas donde debían estar. La densidad vegetal era tal que no se veía a más de 10 metros en la mayoría de los sitios. Seguimos los pasillos que habían hecho en la vegetación hasta que aparecieron excrementos frescos y restos de las cañas comidas.





Gorila en Moukalaba-Doudou. C.M. Aguilar Gómez.
Avanzamos pasitos a pasito, hasta que se desató la furia. Un tremendo grito a unos 20 metros nos dejó aterrorizados. El macho hacía valer sus dominios. Lo peor que puedes hacer es salir corriendo porque en ese caso te destrozaría. Hay que quedarse quieto, cabizbajo, sin mirarles a los ojos, como aceptando su autoridad. En caso de hacer una carga de advertencia nos situaríamos tras los guías. Estos, poco a poco, fueron apaciguando al macho con sonidos que cada uno tenía para que los reconociese. Tras varios intentos de aproximación sin éxito nos marchamos. Lo volvimos a intentar a la tarde pero igualmente el macho nos rechazó. Una fugaz visión y una foto desenfocada es todo lo que conseguimos. Menos mal que era el grupo más habituado de todo Gabón. Una experiencia no apta para cardiacos.


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