sábado, 14 de mayo de 2016

Gabón 1 (2015) Viaje a la cuenca del Congo

Bosque galería en P.N. La Lopé. C.M. Aguilar Gómez.
Gabón tiene un patrimonio natural impresionante, una baja densidad de población y goza de una estabilidad política inusual entre los países de la cuenca del Congo. Hace más de una década su presidente, Omar Bongo, fue persuadido por naturalistas y biólogos extranjeros de su privilegiada situación y, de la noche a la mañana, decidió hacer una fuerte apuesta por la conservación de sus bosques. En el año 2002 el país pasó de tener uno solo parque nacional a declarar un total de 13, el equivalente al 10% de su superficie nacional. Un hecho sin precedentes en África. El país, cuyos ingresos dependían del petróleo de su costa, de las concesiones madereras y de las minas de manganeso, apostaba por el ecoturismo.




Gorila de llanura, abundante. C.M. Aguilar Gómez
Hubo un tiempo en que Gabón parecía destinado a convertirse en algo así como la “Costa Rica” del África Central. Un país con parques nacionales, gorilas de llanura, elefantes de selva, estabilidad política y sin apenas violencia. Todo jugaba a su favor. Sin embargo, tras más de una década, el resultado no parece el esperado y apenas ha llegado el ecoturismo que reciben otros países de África como Uganda, Tanzania o Kenia. Solo tres parques nacionales de Gabón han desarrollado alguna infraestructura para su visita y los precios astronómicos de los servicios no se corresponden con su calidad, además en otros países de África hay mucha oferta de muy buen nivel con la que competir. En cuanto al turismo independiente es casi inexistente y lo tiene bastante difícil.




Hojas de Musanga cecropioides. C.M. Aguilar Gómez
Hay que reconocer que las selvas son complicadas de visitar pero los gaboneses no parecen entender lo que busca el turismo de naturaleza. Es una pena porque el potencial es enorme. La falta de interés, de inversiones, el escaso mantenimiento de las instalaciones y cierta mentalidad que hay en el país de “expolio al turista” hacen que una buena idea se haya quedado a medio camino. Esta es la sensación que me quedó del viaje que hice en 2015. Visité Gabón durante dos semanas en el mes julio. Fue en la época seca y lo hice con mi amigo Iván Sánchez al que conocí hace tres años a raíz de la publicación de su libro “De Amazonia a Patagonia. Ecología de las regiones naturales de América del Sur”, una publicación que ya reseñé en este blog.





Hacia a los pigmeos de P.N. Waka. C.M. Aguilar Gómez.
Tras el enciclopédico trabajo de condensar en un libro la naturaleza de Sudamérica, Iván me comunicó que iba a comenzar uno similar sobre las regiones naturales de África. Le llevaría un buen número de años, no había prisa. Un libro sobre un continente no es poca cosa y comienza con la revisión exhaustiva de buena parte de lo publicado sobre las distintas zonas y sus valores naturales. Luego vienen los viajes a cada región, a lo cual me ofrecí de inmediato. Para el capítulo de las selvas tropicales era necesario un viaje a algún país de esa región natural y Gabón fue el elegido. Antes lo intentamos con Guinea Ecuatorial que, por idioma, nos apetecía más pero no conseguimos los visados, así que Gabón fue un plan B.
 




Denso dosel de la selva gabonesa. C.M. Aguilar Gómez.
En general, los países de la región del África Central no son fáciles de visitar. Prácticamente todos han tenido, y algunos siguen teniendo, poca estabilidad política y altos niveles de inseguridad. Gabón, por suerte, no ha tenido ninguno de los sangrantes conflictos de sus vecinos de cuenca como ha sucedido en Congo-Brazzaville, República Democrática del Congo (antiguo Zaire) o República Centroafricana. Así, Gabón parecía el destino ideal para la conocer la región de las selvas ecuatoriales de África, pero tampoco resultó un viaje sencillo.

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