miércoles, 22 de julio de 2015

Dolinas de Grávalos… ¡tierra trágame!

Colapso de dolina 2015. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Esta primavera he visitado un curioso lugar en la geografía riojana intrigante a más no poder. Un lugar donde la tierra se hunde cada poco tragándose una porción de terreno. Bueno, exagero un poco, no se hunde todos los días pero es un fenómeno que, a su ritmo, seguirá creando sorprendentes agujeros en la zona como si el suelo fuera un gigantesco queso grouyere. Sucede en las llamadas dolinas de colapso de Grávalos. Se trata de curiosas formaciones geomorfológicas que pueden aparecer casi de un día para otro. En realidad el proceso es lento, a ritmo geológico, pero el colapso en la capa de superficie puede aparecer de forma repentina.





Descenso a una de las dolinas 2004. Foto: Artículo.
En Grávalos las dolinas de colapso se originan sobre depósitos de tierra y cantos rodados de origen cuaternario, geológicamente terrazas aluviales y glacis. Esos depósitos cuaternarios de materiales sueltos ocultan estratos de rocas carbonatadas que son los que en realidad experimentan la karstificación (disolución de la roca por el agua) que da lugar a las dolinas. En el año 2006 un artículo en la revista Zubía del Instituto de Estudios Riojanos describió el fenómeno y desde que lo leí tenía ganas de visitar aquellos extraños agujeros.





Interior, 2004. Foto: Artículo
Los investigadores del artículo describieron no solo las dolinas actuales también compararon las fotografías aéreas de 1956 con las del año 2001 y constataron la naturaleza dinámica de estas formación.  Una dinámica que pude comprobar al ver el cambio de forma en los casi 11 años transcurridos de las fotos originales del artículo. El que tenga curiosidad puede consultar la explicación detallada de tan singular fenómeno en artículo original. No tiene desperdicio.

Dolinas de subsidencia y de colapso en el karst carbonatado-aluvial de Grávalos (La Rioja). Origen y evolución.

jueves, 2 de julio de 2015

Buscando el Sur (Libro)

Buscando el Sur
Román Morales García
Ediciones La Palma, 2007. 3ª Edición.
ISBN: 978-84-87417-52-3


No me atraen los libros desmesurados, esos de cientos de páginas que últimamente las editoriales se empeñan en ofrecernos. La calidad no está relacionada con el número de páginas y, a mi modo de ver, quien no sabe resumir no saber escribir. Así, mis libros de cabecera suelen ser libros mínimos como El viejo y el mar de Ernest Hemingway o El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Pero algunas veces hago una excepción… el viaje del canario Román Morales es una de ellas. Tres años y medio a pie desde las costas del Caribe colombiano hasta Tierra de Fuego en el Chile austral es difícil de resumir.  Es por ello que sacó un libro enorme, con casi 600 páginas y abigarrado texto, pero merece la pena.



Fiesta ritual con los comuneros de Tahua, Bolivia
El viaje que describe lo realizó a finales de los años ochenta. Entonces Román contaba con 24 años y una energía desbordante por conocer y empaparse de los paisajes de Sudamérica, pero sobretodo de su humanidad. Y es que eso es en realidad lo que le mueve a perseverar en el camino durante tanto tiempo. El viaje toma la cordillera de Los Andes, de norte a sur, como eje vertebrador, pero él no es un montañero, un deportista o un aventurero al uso, lo suyo es un caminar existencial, de poeta, enamorado de la libertad que se siente al moverse a pie sin fechas, ni horarios.




Preparando una tortilla de rescoldo en Patagonia.
Por las páginas vemos pasar paisajes y gentes de la Sierra de Santa Marta en Colombia, los indios arwacos, las selvas del Choco y los descendientes africanos o los indígenas de los altos páramos de Ecuador. El Perú de aquellos años sufría el terrorismo maoísta de Sendero Luminoso, así que era suicida caminar por allí como ya había comprobado en varias malas experiencias anteriores con los militares. Para evitarlo se internó en el desierto costero peruano, aunque ello no le impidió acercarse a la Cordillera Blanca con sus nevados o al cañón del Colca en Arequipa. Después vendrían el altiplano y los salares de Bolivia, las sierras pampeanas de Argentina, los bosques lluviosos de Chile y al final,  el Sur del Sur, la Tierra de Fuego. Un libro para dejarse llevar por el encanto de un continente bajo los pies de un caminante.


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