viernes, 10 de abril de 2015

Brasil 8 (2014) Aguas rojas y flora del cerrado

Río cerca de Lençois. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
La Chapada Diamantina, como región, ocupa unos 38000 km2. Solo una pequeña parte corresponde al parque nacional con ese nombre, unos 1500 km2. La población de Lençois es un buen punto de partida para conocer algunos de los parajes más atractivos del parque nacional. Nosotros realizamos recorridos de ida y vuelta desde allí, a pie o en vehículo con conductor, según los lugares que queríamos visitar. Algunos lugares necesitan varios días a pie, como el pintoresco valle del río Pati que no tiene acceso rodado, pero sitios así los tuvimos que dejar para otra ocasión todo lo hicimos yendo y viniendo en el día. Lençois es una población pequeña, unos 1000 habitantes, y en cuanto sales de ella ya estás inmerso en un denso matorral y bosque de cerrado.



Aguas rojas de Ribeirão do Meio. C.M. Aguilar Gómez.
No es necesario irse muy lejos de la población para encontrar lugares de interés, aunque para conocer los más espectaculares del parque has ir en vehículo.  De Lençois salen varios a pie y la mayoría pasan, en un momento u otro, por alguna de las múltiples cascadas de la zona que allí llaman cachoeiras. Los ríos no dejan indiferente a nadie por el color de sus aguas. Son ríos de aguas rojas, de color de té o “aguas negras” como las llamó el naturalista Alfred Wallace al clasificar las aguas tropicales de Sudamérica en el siglo XIX. Es una sensación extraña. Uno asocia ese color a la contaminación o la presencia de óxidos de hierro, pero ni una ni otra es la causa.




Gran Philodendron saxicolum. C.M. Aguilar Gómez.
El color oscuro, rojizo casi negro, lo producen los taninos y otras sustancias de la descomposición de las hojas que van al río. Debido a los ácidos húmicos las aguas de esos ríos son ligeramente ácidas y parece ser que también pobres en vida. Al llevar pocos sólidos en suspensión, pocos minerales inorgánicos disueltos, la producción primaria se ve limitada. Los recorridos nos llevaron a visitar ríos con ese color y cachoeiras como las Ribeirão do Meio, La Primavera, Cachoeirinha y Serrano. Lo que hoy en día son apacibles riberas y cascadas, fueron en otro tiempo lugares de extracción de diamantes. Las fotos históricas muestran una actividad frenética, momentos en los que Lençois tenía unas diez veces más población que hoy en día.



Algunas flores del cerrado. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Otro de los atractivos de la Chapada es su vegetación. Para mí la más interesante fue la de los llamados campos rupestres, donde la roca aflora a la superficie y se dan condiciones muy particulares para una buena diversidad de especie de flora. Por doquier se veían unas aráceas de grande hojas, Philodendron saxicolum, muy apreciadas en terrarios y jardines botánicos por su gran porte. Con estas alternaban bromelias, begonias y cactus. Entre las plantas y arbustos florecidos estaban las rojizas crestas de gallo (Spigelia pulchella), las moradas flores de las Tibouchina sp, las azules flores de la leguminosa Periandra mediterranea o las grandes flores amarillas de Mandevilla hirsuta. Un despliegue de colorido.

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