jueves, 2 de abril de 2015

Brasil 7 (2014) Lençois y su brillante pasado

Mata atlántica cerca de Salvador. C.M. Aguilar Gómez.
Tras los días de costa nos encaminamos hacia el interior del país pasando por la capital del estado, Salvador de Bahía. El entorno de la ciudad aún está cubierto por un bosque secundario exuberante, con palmeras y árboles de rápido crecimiento como los del género Cecropia. 400 kilómetros al oeste se encuentra Lençois una población que usamos como base para visitar el Parque Nacional de la Chapada Diamantina. Al principio del viaje, a través del autobús, pudimos ver aún un paisaje de verdes pastos, palmeras y restos de mata atlántica atrincherada en los cerros. Pero pronto quedaron atrás esos paisajes y la aridez empezó a tomar presencia.




Inselbergs y paisaje de caatinga. C.M. Aguilar Gómez.
En el interior del nordeste de Brasil aparecen dos ecosistemas semiáridos, la caatinga y cerrado. En el trayecto veíamos, de vez en cuando, afloramientos rocosos conocidos como inselbergs. También extensiones de árboles y arbustos de hoja caduca, cactus (Cereus sp) y suelos rojizos. Al final del trayecto llegamos a la Chapada Diamantina, una zona de mesetas donde alternan hábitats propios de la caatinga, del cerrado e incluso de la mata atlántica. También un hábitat llamado campo rupestre que se da sobre las altas mesetas sedimentarias de la zona. Esos lugares son ricos en especies endémicas de flora y, en cierto modo, me recuerdan a "mundos perdidos" de los de los tepuis venezolanos.



Lençois y su bellas edificaciones. C.M. Aguilar Gómez.
Esa parte de Brasil tiene otros encantos además de los naturales, uno de ellos es su historia reciente. A mediados del siglo XIX la zona de Lençois  fue un lugar de atracción para muchos brasileños al descubrirse los diamantes. La erosión fluvial había sacado, a lo largo de millones de años, las piedras preciosas de las montañas y aparecían en los suelos de los ríos. Fue como una fiebre del oro a la brasileña. Los mineros, los garimpeiros, pronto comenzaron a batear las arenas de los ríos. Pero no solo los ríos, también excavaron los estratos aluviales consolidados haciendo profundos y peligrosos pozos donde no pocas personas acabaron sus días enterradas por los derrumbes.




Casa de "coroneles" en Lençois. C.M. Aguilar Gómez.
La explotación de los diamantes apenas duró dos décadas y a partir de 1870 la actividad entró en decadencia. A comienzos del siglo XX el diamante de aluvión se agotó y comenzó la época de los “coroneles”. Las familias dominantes trataron de subsistir disputándose el poder sobre un territorio que ya no producía las ganancias de décadas anteriores. Los terratenientes, en esa y muchas otras zonas del interior, gobernaron a sangre y fuego. Se dió entonces un bandolerismo singular, los "cangaçeiros" auténticos ejércitos de parias y bandidos que saquearon haciendas hasta 1930. De toda esa historia participó Lençois y sus coroneles.




Diamantes tallados. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
La arquitectura de Lençois es un reflejo de la bonanza de la época del diamante, aunque al agotarse aquel ciclo la población entró en decadencia. Entre 1980 y 1996 la economía de la región comenzó un nuevo ciclo al mecanizarse la extracción de diamantes, pero la actividad fue prohibida con la creación del parque nacional. Hoy vive del turismo. Como ejemplo de esos impactos, uno de los guías nos habló de un río con sedimentos de 7 metros de profundidad, a lo largo de 20 kilómetros, depositados por el lavado en los garimpos en la cuenca. Hoy en día aún hay diamantes en los aluviales, aunque el esfuerzo apenas compensa. Aun así, hay pequeñas cooperativas con concesiones casi artesanales que mantienen aquel oficio.

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