jueves, 11 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 1

Las tres entradas con este título pertenecen a un artículo que publiqué con Ignacio Gámez en octubre de 2005 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 18. Pese al tiempo transcurrido creo que aún refleja una situación actual y, como los otros artículos que he publicado en esa revista, cuelgo ahora este también en el blog. El texto está tal y como apareció allí, en cuanto a las fotos están las del artículo más alguna adicional.

  Foto 1    Autor: Eduardo Ayala
Actualmente la conservación y la protección legal de la naturaleza a nivel nacional y regional han puesto sus ojos prioritariamente en aquellos elementos y espacios menos alterados como son las zonas de montaña, los roquedos o los bosques. Sin embargo existen otros hábitats como los medios esteparios, fruto de la evolución natural del medio con los usos tradicionales del hombre, que han sufrido un gran abandono de la políticas conservacionistas. 

Foto 1. El alcaraván cría en el suelo de barbechos y terrenos incultos de las zonas esteparias, un medio que la intesificación de los secanos tradicionales hace desaparecer.





  Foto 2   Autor: César María Aguilar Gómez.
Un paisaje cercano pero desconocido

Estamos acostumbrados a relacionar la biodiversidad con paisajes agrestes de la naturaleza, imágenes de lugares que, a nuestros ojos urbanos, han de ser muy distintos del ambiente humanizado que nos es más próximo. Es por ello que a cualquiera que se le pretenda convencer de los valores naturales que atesoran paisajes tan distintos de este estereotipo, como son los medios esteparios, reaccione de primeras con extrañeza. A buena parte de la gente le sorprenderá que puedan albergar algún valor natural destacable y los más los asociarán con secarrales carentes de vida. Nada más lejos de la realidad.



Foto 2. Vegetación espontánea en la zona esteparia de La Maja (El Villar de Arnedo) con matas de albardín, sisallo y ontina.
  

  Foto 3   Autor: César María Aguilar Gómez.
Las zonas esteparias o esteparizadas, pertenecen a ese tipo de hábitats originados por la propia evolución natural de manera pareja a las actividades humanas a lo largo de siglos. En ellas los usos históricos por parte del hombre, las actividades humanas tradicionales ejercidas generación tras generación, la implantación de una cultura social y económica a partir de esa ocupación, etc., han dado lugar a espacios naturales antropizados en los que se ha desarrollado una variada fauna y flora características, con origen en hábitats naturales similares. Estos medios, propios de climas mediterráneos y semiáridos, en La Rioja están caracterizados por cultivos herbáceos extensivos de secano, tanto de cereales  (trigo, cebada, avena, etc.) como de leguminosas forrajeras (veza, guisante, alfalfa, etc.).


Foto 3. Albardín (Ligeum spartium).


  Foto 4   Autor: Diego Benavides
En ellos alternan barbechos cubiertos de una variadísima vegetación arvense y “perdidos” ocupados por pastizales, tomillares o saladares, dependiendo de las características de cada suelo. Esta conjunción de elementos aparece en un paisaje de escaso relieve en mosaico, con líneas de matorral entre fincas y la presencia aquí y allá de parcelas de viñas, cultivos arbóreos de secano (almendro y olivo), corrales y caseríos, balsas, “yasas”, vías pecuarias, lentos arroyos y áreas forestales (encinares y tamarizales). Un paisaje recorrido por rebaños de ganadería extensiva (ovejas) que aprovechan los rastrojos, eriales y linderos de fincas.

Foto 4. Barbechos de gran interés para el sisón


  Foto 5   Autor: Diego Benavides
Una flora y fauna únicas en el contexto europeo

En estos espacios naturales humanizados, con elementos de semejanza con hábitats puramente naturales, también de llanuras y de tipo semiárido, como las estepas puras, las sabanas o los semidesiertos, se desarrolló una flora y fauna propias de gran singularidad. Estas alcanzaron aquí incluso mayor esplendor que en los hábitats naturales de origen. Así, la aparente monotonía que se le podría suponer a este paisaje, se rompe al acercanos al mosaico de eriales, zonas incultas y enclaves salitrosos que quedan entre los cultivos y donde encontramos un buen número de plantas adaptadas a estas difíciles condiciones que imponen los suelos y el clima de la depresión del Ebro. 

Foto 5. Macho de sisón en la zona esteparia de La Maja.


  Foto 6   Autor: Eduardo Ayala
Dentro de la fauna vertebrada encontramos especies propias de estas zonas como la liebre mediterránea o la lagartija colirroja, pero es sobre todo en las aves en las que se hace más patente la singularidad de los medios esteparios. Especies como el aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el sisón, el alcaraván, la ganga ibérica, la ganga ortega, la terrera común o la terrera marismeña están presentes como reproductoras en las estepas riojanas. Hay que tener en cuenta que éstas y otras aves esteparias, en la mayor parte de los casos, sólo están presentes dentro del ámbito europeo en la península Ibérica y su declive es el más acusado de los que sufre la avifauna europea. Es por ello que tenemos una enorme responsabilidad en su conservación y su situación es una cuestión que preocupa en términos de biodiversidad a la Unión Europea.

Foto 6. Bebedero de gangas ibéricas, especie con una pequeña población nidificante en el extremo oriental del Valle del Ebro, con grave peligro de desaparición por los planes de regadío.

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