viernes, 27 de junio de 2014

El diente de la ballena (Libro)

El diente de la ballena
Tres viajes nómadas a los confines de América, África y Asia

Chema Rodríguez
Ediciones El País
ISBN: 84-03-59854-8

(Biblioteca Pública de La Rioja 860-9 ROD die)


Este libro de Chema Rodríguez ha sido un descubrimiento para mí, no solo por lo original del contenido de los tres viajes que narra, sino también por su humor. En cierto modo me recuerda al de dos autores que me atraen por ese aspecto, el británico Chris Stewart  y el afgano Tahir Shah. Chema trama, en múltiples horas de aeropuerto por cuestiones de trabajo, tres viajes, tres itinerarios soñados. Y llegada la ocasión se pone a hacerlos realidad. En año y medio completa esos tres viajes que discurrirán por tres continentes diferenes: América, África y Asia.



En cada uno de los trayectos tratará de salir de una gran ciudad, la modernidad, para ir a la búsqueda de algún pueblo de cultura ancestral. Con ello busca algo que sea lo opuesto de esos comienzos. En América partirá de Nueva Orleans, en EEUU, para cruzar la frontera de México y visitar en la Sierra Madre a los indios huicholes con su especial uso ceremonial del peyote. En África partirá en tren de Dakar hasta la capital de Mali, Bamako, para continuar por el río Niger hasta Mopti y Tombuctú. Pero llegar hasta el territorio de los bororo en el desierto de Niger no iba a ser nada fácil, y menos tratando de llegar a tiempo del woodabe. En ese peculiar festival, los nómadas peul celebran cada año un encuentro para concertar casamientos.

En Asia el trayecto lo llevará a tomar el transiberiano en Moscú para, pasando por el lago Baikal, llegar a Ulan Bator en Mongolia. Desde allí se dirigirá a caballo a la búsqueda de los tsatan, los últimos pastores de renos que habitan en tipis "tipo indio", a diferencia de los típicos gers circulares mongoles. El libro es un relato de algunas de las culturas más distintas que alberga el planeta pero que, a la postre, no deja de estar habitado por hombres. Hombres con similares preocupaciones, sentimientos y sufrimientos que los nuestros.




viernes, 20 de junio de 2014

Una nueva generación se abre paso

Perdiz y perdigones, 19 de junio. C.M. Aguilar Gómez.
A las puertas de comenzar el verano una nueva generación de fauna nacida al amparo de la primavera se abre paso. Después de varios meses viendo a las perdices apeonar por los caminos, primero en parejas y luego solitarias, llegan en estos días los resultados. Ahí están con la prole por los campos. Al poco de salir del huevo los perdigones ya tienen la energía suficiente para buscarse el alimento. Son pollos nidífugos. Ahí van picoteando a diestro y siniestro, comiendo insectos y tratando de no ser comidos por otros que los buscarán, igualmente, para alimentar a su prole. Para evitar las bajas que supone ser una codiciada especie presa, las perdices han de contar con polladas numerosas como las que vemos estos días.




Atropello de zorro, 18 de junio. C. M. Aguilar Gómez.
Pero una mortalidad juvenil alta es la norma en la naturaleza. A veces, un medio pobre no da suficientes recursos para todos los nacidos, otras estos no tendrán las habilidades necesarias para aguantar y la selección natural los eliminará, mientras en otras ocasiones puede ser solo mala suerte ante los riesgos naturales y antrópicos. Sin la experiencia que da la vida, los jóvenes son más vulnerable a esos riesgos. Es el caso de las crías de zorro que, a mediados de junio sobre todo, vemos atropellados en muchas carreteras. Con mortalidades juveniles tan altas, a las que se suman las de la animadversión de los cazadores, parece un milagro que los zorros continúen ahí. Todo un ejemplo de adaptación y tensón por salir adelante en la naturaleza.

viernes, 13 de junio de 2014

De Castejón a Tudela en kayak, el Ebro indómito

Sotos y meandros Ebro en Castejon. Google Earth
El pasado mes de noviembre hice con Carlos Álvarez los 20 kilómetros de recorrido que separan el puente de Castejón y la presa de la central hidroeléctrica de Tudela. Con dos embarcaciones y dos coches realizamos un tramo que, por la corriente, no podía hacer solo con mi kayak saliendo y volviendo al mismo punto. Este tramo del Ebro es uno de los más “salvajes” que conozco en cuanto a dinamismo fluvial. Unos kilómetros antes del tramo, entre Milagro y Alfaro, desemboca el río Aragón que drena la parte occidental de los Pirineos. El gran volumen de agua que aporta la cuenca del río Aragón, especialmente en crecidas, y el lecho de materiales blandos sobre el que discurre el Ebro, generan una zona de meandros divagantes libres como hay pocos en la Península Ibérica.



Canales secundarios del Ebro. C.M. Aguilar Gómez.
Hay que recordar que el Ebro es el río más caudaloso de España y su dinamismo entre la desembocadura del Aragón hasta Zaragoza es espectacular. Basta con mirar algunas ortofotos de hace años para ver cómo de rápido han ido cambiando los meandros. Bien es cierto que, con la regulación de embalses y los mazones que se construyeron en la segunda mitad del siglo XX el río, está hoy mucho más “domesticado”. Pero ese dinamismo aún existe y es mayor que en muchos otros tramos medios del río. A consecuencia de ello, entre Castejón y Tudela son frecuentes los meandros cerrados a punto de estrangularse, canales secundarios, amplias playas de grava e islas de considerable tamaño.




Garceta grande Egretta alba. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En el tramo recorrido pudimos ver abundantes garzas reales en las orillas, cormoranes y hasta una garceta grande, especie que cada vez es más frecuente en el río Ebro. Las fechas en que hicimos el recorrido fueron de las últimas en que yo suelo coger el kayak por el Ebro. A finales del otoño y durante el invierno el paisaje de la ribera es menos agradecido y además las crecidas son frecuentes, así que yo paro la actividad. Una semana después de aquel recorrido de noviembre, el río se desbordó a lo grande en ese tramo hasta el punto de dejar irreconocibles los paisajes por los que habíamos pasado. Algunas pequeñas islas y barras de grava en las que paramos quedaron completamente sumergidas bajo el agua. 



Taludes al agua... ¡amazónicos! C.M. Aguilar Gómez.
Uno de los lugares que a mi más me impactan de ese tramo es una orilla donde el río excava un largo talud de tierra año tras año. Sobre la tierra se extiende un soto ribereño bien desarrollado y con cada crecida hay árboles que se desploman y caen al río.  A mí me recuerda a esas imágenes de los taludes amazónicos de los documentales donde el gran río “devora”  árboles con cada periodo de aguas altas. Y algo así debió pasar unos días después con la crecida tragando varios de aquellos chopos y álamos que veíamos. Pasar por allí en kayak era una ilusión que tenía. Lugares así de sugerentes, vistos desde el agua, llevan mi imaginación mucho más allá del Ebro. Y es que navegar este gran río es siempre sorprendente... ¡y está tan cerca!


sábado, 7 de junio de 2014

El singular hábitat del pez fraile en La Rioja

Pez fraile Salaria fluviatilis, Tirón. C.M. Aguilar Gómez.
El pez fraile (Salaria fluviatilis) es una especie que pertenece a una familia de peces mayoritariamente marinos. Son los conocidos blenios y son fáciles de ver haciendo snorkel en las costas mediterráneas. También son comunes en los charcos intermareales. Esta familia cuenta con más de 400 especies y tan solo tres especies son de agua dulce. Uno de ellos es el pez fraile de nuestros ríos Peninsulares que tiene una distribución muy localizada y una población escasa. Por ello es un pez muy poco conocido salvo por su grado de amenaza. A nivel nacional está incluido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas como “Vulnerable” y en La Rioja fue declarado en “En peligro de Extinción” en el Catalogo regional.




Tramo del Najerilla con pez fraile. C.M. Aguilar Gómez.
En La Rioja se conocía poco de su distribución hasta hace algunos años. En el 2001, el ictiólogo Benigno Elvira de la Universidad Complutense de Madrid comenzó a prospectar sistemáticamente los tramos de ríos de La Rioja con hábitat para la especie. Halló peces fraile en muy pocos lugares del río Ebro (Rioja Alta y Media) y en unos pocos tramos bajos de los ríos Tirón, Najerilla e Iregua. En el 2012 tuve la suerte de trabajar con Benigno actualizando la distribución de la especie en La Rioja. En ese periodo, según lo visto en los muestreos, la especie retrocedió en el río Ebro. Lo cierto es que en ese río hay cada vez más especies exóticas que alteran el medio acuático. Durante aquellos trabajos aprendí bastante del pez y hay algo que me parece singular en el hábitat que ocupa.



Larva de pez fraile. Foto: César María Aguilar Gómez.
El pez fraile tiene una especie de “esquizofrenia” o dicotomía en sus preferencias de hábitat. O a mí así me lo parece. Tiene un hábitat de río, donde los muestreábamos con pesca eléctrica, y otro de aguas lentas. En el hábitat de río busca tramos bajos con corriente moderada,  fondos de gravas y bloques de rocas sueltos. Ahí parece una especie exigente pues, en muchos lugares que parecían buenos, a veces no dábamos con ellos. Pero luego está el otro hábitat que es el que a mí me descoloca. Es precisamente todo lo contrario, aguas completamente quietas a condición de que dispongan de sustratos de piedras donde realizar las puestas. Su presencia en ese hábitat, que no se puede prospectar con pesca eléctrica, es el que he curioseado ya por mi cuenta los últimos veranos.


Pez fraile comiendo células muertas C.M. Aguilar Gómez
Así, el verano pasado mientras frecuentaba lagunas y balsas del valle del Ebro a la búsqueda de galápagos autóctonos, dimos por casualidad con unos ejemplares de pez fraile. En un principio pensé que esas aguas podían ser solo un sumidero de la población de los tramos del Ebro con los que se comunica por riadas y acequias. No pensaba que se reproducirían allí, pero me equivoqué. Con mi afición por el “snorkel de agua dulce” comprobé que sí se reproducen en esas balsas y que, además, los peces frailes son unos dignos parientes de sus primos los blenios de la costa. Al igual que ellos desaparecen del agua cuando llegas pero, poco a poco, vuelven a curiosear si persistes allí. Y no solo a curiosear, también vienen a comerte las células muertas de la piel si les das confianza. ¡Un peeling de pez fraile! 


Pez fraile sobre rizomas vegetales. C.M. Aguilar Gómez.
Pero algunas de esas balsas tenían poco sustrato de roca, más bien fondos de fango. Y ahí surgió otra nueva singularidad en ese hábitat de aguas quietas. La especie necesita rocas para hacer los "nidos" pero en esas balsas parece que utilizan de sustituto los rizomas de la vegetación palustre. Algo así como si fueran "arrecifes vegetales". Ya me lo había comentado la gente que trabaja en La Albufera de Valencia con seguimientos de peces, pero aún así me costaba imaginarlo. La foto que acompaño es bien ilustrativa de ese hábitat "atípico". Es lo bueno de las especies, y lo que más me gusta de la naturaleza, que los hábitos y comportamientos no dejan nunca de sorprenderte. Por mucho tiempo así.


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