sábado, 29 de junio de 2013

Sudáfrica 10 (2012) Cruzando Swazilandia

Montañas al cruzar a Swazilandia. C.M. Aguilar Gómez.
Después de 8 días por el Parque Nacional Kruger nos despedimos de Diego, Héctor y José que regresaban a España. Mientras, Oscar, Javier y yo nos encaminamos hacia Swazilandia con el otro coche. Dejamos el parque Kruger con una muy buena sensación, por la cantidad de fauna vista y por los días compartidos entre amigos. El listón estaba muy alto. Pronto llegamos a la frontera con Swazilandia y pasamos por ella rápidamente. Las carreteras seguían igual de impecables que en Sudáfrica y el paisaje era más montañoso pero no tan bien conservado. En los fondos de valle se extendían monocultivos de caña de azúcar, mangos y plátanos. En las zonas altas había más pastos ganados al bosque y algunas plantaciones de eucaliptos.


 
Cabañas suazis en Milwane. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Llegamos de noche al Santuario de Fauna de Milwane con un solo croquis de carreteras fotocopiado y sin un verdadero mapa del país. Habíamos reservado por internet el sitio al ver que estaba de paso en nuestra ruta y no teníamos muy claro qué íbamos a encontrarnos. Según entramos empezamos a ver cabañas suazis, turistas en grupos y gente local haciendo danzas tradicionales en la hoguera nocturna. ¡Si solo hubiera sido eso! … al día siguiente nos dimos cuenta de que aquello no era lo que esperábamos. Aunque el espacio estaba asociado a un red de reservas nacionales, el criterio de conservación que tenían en Swazilandia distaba mucho del que tenemos los “occidentales” y del que también tienen las autoridades sudafricanas.



Cuclillo Didric Chrysococcyx caprius. Oscar Gutiérrez.
Milwane era una finca vallada cubierta de matorrales de vegetación secundaria, laderas de eucaliptos exóticos y herbazales segados con atracciones para los turistas. Allí pastaban entre otros herbívoros africanos cebras, antílopes ruanos o impalas. Para empezar aquel no era el hábitat de ninguna de aquellas especies, eran alimentados por los gestores de la reserva y la vegetación natural estaba completamente alterada por los árboles exóticos. En realidad era un zoo tipo "Cabárceno" a lo grande. En cuanto nos dimos cuenta huimos despavoridos de allí. Salvo un par de especies que vimos y fotografiamos bien, el cuclillo Didric (Chrysococcyx caprius) y el precioso bisbita gorgigualdo (Macronyx croceus), para mí aquello no tenía ningún atractivo.



Cabañas en Swazilandia. César María Aguilar Gómez.
Pasamos todo el día conduciendo y según avanzábamos el paisaje mejoraba. Eso hacía aún más inexplicable para mí que alguien hubiera elegido el entorno de Milwane para hacer una reserva natural como aquella. El paisaje que ahora recorríamos rebosaba de verde por las lluvias, se sucedían lomas con arbolado disperso, matorral bajo, sabanas densas con acacias y sierras al fondo. El África más rural se dejaba ver en algunos asentamientos junto a la carretera con cabañas con techos de paja y paredes hechas por entramados de ramas. Finalmemte conseguimos llegar a donde queríamos sin un mapa, la frontera con Sudáfrica, y entramos a ella por la región de Kwazulu-Natal. Esa es la zona que conserva mejor las tradiciones sudafricanas, la región de los guerreros zulúes.

 

Retomando Sudáfrica Foto: César María Aguilar Gómez
Que nadie se imagine esa región como una zona inaccesible. En el contexto sudafricano la “autenticidad” zulú es una cuestión de tradiciones y aspectos culturales inmateriales, como el sentimiento de su gente de pertenencia a un pueblo, la gran nación zulú. No es algo que uno pueda ver físicamente, ya estamos en el siglo XXI y el tipismo de las guerras entre boers y zulúes hace tiempo que pasó. La zona está recorrida por una buena carretera bordeada por grandes extensiones de hábitat muy bien conservado que en unas horas nos llevó hasta la localidad de Sta. Lucía.  La mayoría eran reservas de conservación de fauna, públicas o privadas, o para caza. Más adelante, y antes de llegar a Sta. Lucía, hicieron aparición extensas plantaciones de eucaliptos en zonas sin apenas población.

domingo, 23 de junio de 2013

Sudáfrica 9 (2012) Kruger 8, La vegetación del parque

A. xanthophloea, H. coriacea y C. mopane
Uno de los aspectos que me más sorprendió del parque fue encontrarme con un espacio tan forestal. Según el mapa que consultes, se indica que hay entre 16 y 20 zonas de vegetación diferenciadas. A nivel florístico seguro que existen, pero en un recorrido en coche no se aprecian tantos cambios. Lo que sí se observa muy bien es el gradiente de humedad que condiciona la vegetación. En buena parte del norte llueven poco más de 400 mm, mientras en las zonas más montañosas del sur las precipitaciones llegan a los 700 mm. Identificar especies no es nada fácil cuando no puedes bajarte del coche pero, al menos en los campamentos y en las áreas de pícnic, tienen el detalle de etiquetar los principales árboles y arbustos que encuentras.




Varias especies del Kruger. C.M. Aguilar Gómez.
En este aspecto, y en otros muchos, el uso público del parque está diseñado con un gusto ejemplar. Toda la jardinería de los campamentos es con especies autóctonas y todas del entorno más inmediato. En un paseo de tu cabaña al supermercado, puedes disfrutar de plantas a las que no tienes acceso a pie en el propio parque. La especie arbórea más frecuente en el norte era el mopane (Colophospermum mopane), en formato de árbol cuando las condiciones del suelo eran buenas, o como un matorral raquítico sobre suelos pobres y secos. De vez en cuando veíamos también tremendos baobabs (Adansonia digitata) y era típica una especie de palmera con hojas en forma de abanico y porte postrado llamada "Lala palm" (Hyphaene coriacea). En ocasiones esos ejemplares llegaban a tener el porte de una palmera normal de varios metros.



Aloes con porte arbóreo. César María Aguilar Gómez.
Entre las especies de acacias, la más llamativa era Acacia xanthophloea. Destaca por por su tronco blanco y solíamos verla en las orillas de los cursos de agua. Otra especie, la Acacia tortilis, era la típica con forma de parasol muy presente en las sabanas africanas,  aunque no era habitual de ver en el Kruger. En el centro y sur del parque había una tercera acacia, Acacia nigrescens, que ocupaba grandes extensiones de paisaje. Esa acacia era más fácil de reconocer ya que no recuerda a una acacia tipica, con sus pequeños foliolos y gran porte. En los cerros rocosos la vegetación cambiaba bastante. Sobre esos lugares aparecían especies de aloes (Aloe sp.) con porte arbóreo, se podían ver bien desde lejos. 




Varias especies del Kruger. C.M. Aguilar Gómez.
En esos cerros también había plantas con aspecto de cactus, pero como no hay cactáceas en el viejo mundo no podían ser otra cosa que euforbias con ese aspecto. La más característica de esas plantas era la euforbia candelabro o del Transvaal (Euphorbia cooperi) y una más escasa llamada Euphorbia tirucalli. Otra planta con forma "rara" era una crasulácea o planta suculenta que también aparecía en cortados rocosos, la Portulacaria afra, conocida como arbusto elefante. Algunos árboles los pude indentificar por sus frutos, como era el caso de las higuera. A pesar de las muchas especies de ellas que hay, una muy común era el sicomoro (Ficus sycomorus) al que los higos le salen directamente del tronco.





Flora en pastos en octubre. C.M. Aguilar Gómez.
Volviendo a las llanuras, en plena floración estaba el Marabu (Dichrostachys cinerea), una leguminosa arbustiva y espinosa que localmente ocupaba grandes extensiones. La especie es conocida por ser una gran invasora fuera de su ámbito de distribución africano. En  Cuba se llega a hacer dominante en lugares abiertos y soleados y causa grandes pérdidas por invarsión de pastos y cultivos. Sin embargo, todos los árboles y arbustos que no estaban en floración o no tenían algo destacable, se diluían para mí en el paisaje vegetal. Y más aún las flores que empezaban a brotar entre el pasto verde en octubre.

sábado, 8 de junio de 2013

Sudáfrica 8 (2012) Kruger 7, … por fin grandes felinos!

Primer leopardo Panthera pardus. C.M. Aguilar Gómez.
Si no he hablado hasta esta entrada de los grandes carnívoros y felinos de Kruger, es porque esto no es más que un reflejo de lo que nos costó encontrarlos. Sabíamos que no iban a ser fáciles de ver, pero no esperábamos que tanto. Esto es básicamente por el hábitat tan forestal del Kruger.Tras cinco días recorriendo minuciosamente el parque aún no habíamos visto ningún león, leopardo o guepardo. Solo una hiena manchada (Crocuta crocuta)  de forma fugaz caminando desde un mirador. Empezábamos a tener el "orgullo herido". ¿Cómo a seis ornitólogos como nosotros se nos podían pasar esos bichos? ¡estábamos en el Kruger! Dedicábamos el día a recorrer pistas secundarias y tranquilas mirando todos, todos los claros .... y ¡nada!



Leopardo Panthera pardus. César María Aguilar Gómez
Nos habíamos documentado sobre los mejores sitios para verlos, madrugábamos, mirábamos a diario las pizarras con las observaciones cercanas ... pero nada. Hay que decir que todos los campamentos tienen unos mapas con fichas imantadas para poner las observaciones hechas en el día. Íbamos a los sitios que sugerían esos mapas ... pero nada. En el supermercado de Skuzuka tras hablar con otros turistas “tocamos fondo”. Algunos de ellos, sin madrugar y a veces sin ni siquiera prismáticos, veían leones y leopardos en las carreteras principales, ¡qué injusto!. Afortunadamente cambiamos de estrategia, nos dimos cuenta de que encontrar un bicho por tu cuenta en carreteras secundarias era cuestión de mucha suerte. 



Guepardo Acinonyx jubatus. C.M. Aguilar Gómez.
Empezamos a recorrer las carreteras más transitadas y a preguntar a la gente que nos cruzábamos. De esa manera, y con un poco de fortuna, nuestro desanimo se esfumó. Debíamos tener en cuenta que los leopardos estaban siempre en lo alto de los árboles y que los leones podías tenerlos en la propia cuneta de la carretera. Si alguien los hallaba, de tanto recorrer pistas, esa información se transmitía entre los conductores de las carreteras principales y no se perdía por la mayor frecuencia de gente. Nuestro enfoque de búsqueda no se adaptaba a las probabilidades de encontrar un felino allí. Además, en el suelo los leopardos y guepardos se pierden pronto de vista, así que había que buscarlos arriba de los árboles, una imagen idílica pero sorprendentemente la más habitual.



Hembras y crías león Panthera leo. C.M. Aguilar Gómez.
La cosa fue mejorando y al cabo de varios días dimos con 3 leopardos (Panthera pardus) y 2 guepardos (Acinonyx jubatus). Cuando los veíamos encaramados a los árboles, nos daban unos subidones de órdago. Permanecían indiferentes a nuestra presencia y luego, cuando bajaban al suelo, su imagen caminando entre la vegetación nos cautivaba. A veces en un primer vistazo decidíamos que un hábitat concreto no era el más adecuado para guepardos, demasiado cerrado pensábamos, y sin embargo allí había un animal oteando desde la horquilla de un gran árbol.  Nuevamente nos traicionaban nuestros prejuicios heredados de tanto documental de sabanas de Kenia y Tanzania, un hábitat bien distinto.



Por fin anotando observaciones. Javier Robres
Leones (Panthera leo) encontramos solo en dos de ocasiones, aunque eran más aburridos de ver, en cuanto calentaba el sol no hacían otra cosa que sestear. Lo cierto que es que a punto estuvimos de pensar que nos íbamos del parque sin dar con ellos. Con los felinos había un alto componente de suerte en su localización, al menos en la época en que nosotros estuvimos. Desde luego no seríamos los primeros en irnos del Kruger sin ver leones, ya les había pasado a otros ornitólogos españoles antes y podría habernos pasado  nosotros. Aunque nos costó ver todos estos felinos, el disfrute también fue parejo en la misma proporción.  Con otros carnívoros como las hienas, igualmente tuvimos poca suerte al comienzo, pero al final tuvimos buenas observaciones. En una ocasión encontramos un grupo de hienas en un herbazal con unas crías preciosas, completamente indiferentes a nuestra presencia.  


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