miércoles, 25 de enero de 2012

Francia 4 (2011) Menhires de Carnac, dolmen de Gavrinis y Vannes

Alineamientos de menhires en Carnac. C. Aguilar
Metidos de lleno en la Bretaña francesa, si uno tiene interés por la prehistoria y el megalitismo, esta zona es para darse un atracón. Es algo que ya popularizaron los personajes de cómic Asterix y Obelix cuya irreductible aldea gala estaba en esta región. Así, que qué mejor ocupación para Obelix que la de repartidor de menhires a domicilio. En La Rioja hace pocos años que se descubrió el primer y único menhir que existe, después de mirar y remirar una extraña piedra hincada en San Vicente de la Sonsierra. Lo visité hace un tiempo y el sitio tiene un encanto especial. En cuanto a dólmenes vamos algo mejor, pues son unos cuantos los hallados en la divisoria de los valles Leza y Iregua y en la Sonsierra. Así que partiendo de ahí lo del megalitismo de la Bretaña me pareció realmente una exageración.



Tarabilla (S. torquata) sobre un menhir. C. Aguilar
Para ver algunas de estas construcciones visitamos Carnac y el entorno del Golfo de Morbihan. En Carnac los menhires no aparecen solitarios como en otros lugares. Se localizan allí en largas hileras formadas por un gran número de piedras hincadas. En la localidad hay varios alineamientos algunos con hasta diez filas cada uno y en conjunto suman la friolera de casi 4000 piedras. El esfuerzo que fue necesario para hacer ese trabajo en época prehistórica es impresionante. El megalitismo data del Neolítico y lo que se ven en Carnac tienen una antigüedad de 6000 años. En cuanto a su función todo son hipótesis, es más fácil indagar sobre sus constructores que en el sentido que les dieron. Sus autores fueron hombres de Cromañón, ya hombres “modernos” como nosotros y sedentarizados.


Túmulo y grabados del dolmen de Gavrinis.
Hoy en día, a parte de sitios turísticos, los menhires son la percha perfecta para muchas de las tarabillas comunes (Saxicola torquata) que andan por aquellos prados de campiña atlántica, añadiendo un poco de vida a la dura piedra. Además de los alineamientos, en la zona se encuentran también túmulos de piedras que alojan dólmenes y grandes menhires solitarios. Hay un menhir que llega a alcanzar nada menos que 6 metros, es el gigante de Manio. Es fácil empacharse con tanta piedra, pero un último sitio que no queríamos dejar de ver era el gran túmulo con dólmen de Gavrinis. El sitio es especial por dos cuestiones, la primera porque tienen un largo corredor con todas las piedras labradas con grabados geométricos y esquemáticos, algo poco usual. Pero la otra es que el túmulo se encuentra en una pequeña isla del Golfo de Morbihan.




Localidad de Vannes. Foto: Iratxe González
Hoy en día hay que acceder en barco al lugar, aunque no fue así para sus constructores. Hace 6000 años aquello fue solo una colina elevada ya que el nivel del mar aún estaba varios metros por debajo del que hoy vemos en las rías de la zona. Para completar la visita a la región bien vale cualquiera de los cuidados pueblos bretones, pero especialmente el de Vannes. Esa población conserva todo el encanto de la ciudad medieval francesa, con fachadas de vigas cruzadas, callejuelas empedradas y restos de murallas, torres y fosos defensivos. Aún así, está lejos de ser una población museo de las que todo está bien puesto y no vive nadie. Vannes tiene vida en el casco viejo y en el resto de la ciudad, lo que también le añade encanto.

viernes, 20 de enero de 2012

Francia 3 (2011) Parque ornitológico de Teich y marismas de Sené

Cisne (Cygnus olor) con pollos. Foto: César Aguilar
En Arcachón y en la Bretaña cerca de Vannes, visitamos un par de bahías de interés para las aves. La bahía de Arcachón es de considerable tamaño y se adentra unos 15 kilómetros tras una larga barra de arena costera que la separa del mar. En ella hay unos cuantos sitios para observar aves a parte del Banco de Arguín que se sitúa en la boca de la bahía. Uno de ellos es el que llaman parque ornitológico de Teich, un complejo de lagunas de diferentes tamaños y humedales en la parte más adentro de la marisma. En especial debe ser un buen sitio durante los pasos migratorios y la invernada, pero a primeros de julio cuando estuvimos por allí estaba algo más parado. Entonces se veían las aves estivales que andaban terminando de criar en el humedal y algún migrante temprano. Algunas de las aves que vi con sus polladas fueron el cisne vulgar (Cygnus olor), el tarro blanco (Tadorna tadorna) y las cigüeñuelas (Himantopus himantopus).



Cormoranes (Phalacrocorax carbo) Foto: C. Aguilar
Todo el área es bastante extensa con una red senderos peatonales de varios kilómetros que comunican las lagunas y numerosos observatorios. Lleva su rato si quieres visitar todas las zonas, en mi caso no disponía de mucho tiempo así que visité solo una parte de las lagunas accesibles. El paisaje circundante es muy forestal, tipo campiña atlántica, y se adentra mucho en las zonas húmedas ocupando el borde de muchas lagunas. Para mantener a raya el crecimiento de la vegetación y crear prados abiertos, meten directamente rebaños de ovejas a pastorear la zona. Así puedes ver la imagen insólita de colonias de cormorán grande (Phalacrocorax carbo) con rebaños sueltos pastando bajo los nidos. Muchas de estas lagunas y zonas próximas a los fangos mareales son muy buenas para ardeidas como garzas reales (Ardea cinerea) y muchísimas garcetas comunes (Egretta garzetta).

 

Garcetas (Egretta garzetta). Foto: César Aguilar
Por lo demás, dadas la fechas, había aún pocos limícolas y entre los más comunes los archibebes comunes (Tringa totanus) y oscuros (Tringa erythropus), las agujas colinegras (Limosa limosa) en plumaje estival y las avefrías (Vanellus vanellus). Además, por número, grandes concentraciones de aves generalistas como las gaviotas reidoras (Larus ridibundus), las fochas (Fulica atra) o los azulones (Anas platyrhyrinchos). De todos modos es curioso el uso público de los humedales en Francia y se nota que hay tradición ornitológica pues cobran entrada para acceder a estos senderos y observatorios, además con precios nada populares. Eso mismo lo intentas hacer en España y o deja de ir la gente o se monta un dos de mayo.




Marismas de Sené. Foto: César Aguilar
Un humedal de características similares que visitamos fueron las marismas de Sené, más al norte en la Bretaña en el Golfo de Morbihan. Aquí nuevamente accesos de pago y encima … ¡cierran a las siete en verano! justo cuando se dan las mejores luces de tarde en los largos días de verano. Como no íbamos a tener ocasión de visitarlas más tarde, dimos algunas vueltas por allí hasta encontrar un acceso libre a un observatorio que vimos de lejos. En esta zona encontramos un poco más de lo mismo, la época es lo que tiene, pero la novedad fue un grupo de espátulas, una de ellas con anillas de colores en ambas patas. Esas ya sí que estaban en migración, pues creo que lo más cerca que crían de ahí esos bichos es en los Países Bajos.

sábado, 14 de enero de 2012

Francia 2 (2011) La duna de Pilat y el banco de Arguin

Costa arenosa en Arcachón. Foto: César Aguilar
Buena parte de las Landas es un cordón dunar continuo y la costa se presenta como una elevación arenosa con el mar a un lado y extensos pinares al otro. Aquí crece el pino negral o marítimo (Pinus pinaster), una especie con mala prensa en la Península Ibérica. Esta fama le viene por haberse utilizado para repoblar extensas superficies de terrenos pertenecientes a matorral y bosque autóctono por un interés maderero. Sin embargo, estas costas arenosas francesas son parte de la distribución natural del pino marítimo. En general todas las dunas del cordón litoral francés han sido fijadas por estos bosques y por la vegetación pionera típica de las dunas atlánticas. Aún así, la duna de Pilat se resiste a ello dadas las dimensiones que alcanza. Sucede un poco como en Doñana en los conocidos “corrales”, donde algunas dunas siguen moviéndose y engullendo poco a poco los pinos piñoneros (Pinus pinea).
 

Iratxe en la duna de Pilat. Foto: César Aguilar
La duna de Pilat cuentan que es la más alta de Europa y dependiendo de los años su altura se sitúa entre los 100-115 metros. La parte libre y móvil llega casi a los tres kilómetros de largo, con un ancho en torno a los 500 metros. Por su parte interior puede verse como va secando y ahogando a algunos de los pinos en su avance. Dicen que tiene 4000 años de historia e incluso han podido datar algunos de sus estratos con restos de cerámica de la Edad del Bronce. Subir y recorrerla es impresionante, ya no solo por la duna en sí, también por el paisaje que se domina. Desde esa altura se tienen unas buenas vistas hacia el Atlántico, a la bahía de Arcachon y sus arenales. Hay una serie de islas y depósitos de arena en la entrada de la bahía que llaman el Banco de Arguin, igual nombre que recibe un parque nacional costero en Mauritania. Imagino que este de aquí sería el lugar original del nombre y que luego con la colonización francesa se llamó a aquel de la misma forma por ser similar, pero ¡ve tu a saber!


Pez ballesta (Balistes capriscus)Foto: C. Aguilar
El caso es que este Banco de Arguin es un sitio excepcional para las aves marinas. Dicen que crían entre 3000 y 6000 charranes patinegros (Sterna sandvicensis). Y desde luego que debe haberlos porque en las playas de la zona a poco que mirara con los prismáticos no dejaba de ver pasar aves. Un trasiego continuo de charranes con sus pececillos plateados en el pico. A primeros de julio, con los pollos recién nacidos, los charranes tenían que pescar continuamente para alimentarlos. Con los picados que hacen estas aves para capturar esos peces el espectáculo estaba garantizado. La duna de Pilat la vimos también de lejos desde la propia costa en un paseo por una playa cercana. En esta zona del Atlántico las mareas son muy altas, así que si no te previenes de los horarios de pleamar y bajamar, puedes acabar volviendo del paseo encaramado al cordón dunar. Por suerte esta información la dan en todos los accesos de las playas. Salimos a pasear una extensa playa a última hora de la tarde con la bajada de la marea cuando Iratxe encontró un pez varado con pinta rara. Me acerqué y quedé alucinado, una especie así no la había visto nunca.


Salivando con el pez ballesta. Foto: I. Gonzalez
Se trataba de un pez ballesta (Balistes capriscus) de una familia bastante poco común que yo no había encontrado nunca antes buceando. Tiene un hocico pequeño, la piel dura y compacta y recibe ese nombre por la forma de la primera aleta dorsal que está reducida a tres espinas rígidas pero abatibles, como un disparador o gatillo. Dicen que cuando está en peligro se mete en una oquedad y la extiende para evitar ser extraído. Se trata además de una especie de interés pesquero por la calidad de su carne así que no dejé pasar la oportunidad. Calculé que no podía llevar más de media hora al aire por el ciclo de la marea y además se veía muy fresco, así que esa noche dimos buena cuenta de él. Lo preparé como hago las palometas (Brama brama), un poco frito, con ajos, trozos de tomate natural y todo durante 15 minutos. Su carne es realmente sabrosa, así que del mar a la mesa en un plis-plas.

miércoles, 11 de enero de 2012

Francia 1 (2011) Costas arenosas de las Landas

Ruta por Landas y Bretaña. Julio 2011
Muchos viajes surgen de libros y éste por las Landas y la Bretaña francesa de julio de 2011 fue uno de ellos. Iratxe y yo contábamos con dos semanas y no teníamos muy claro a donde ir. Recordé unos capítulos del libro de Pipe Sarmiento “Por las Costas del Mundo” (1994. ISBN 84-605-0929-X), un navegante, viajero y escritor vasco que he tenido siempre a mano. A través de ese libro he despertado la curiosidad por algunos destinos europeos que he acabado haciendo en furgoneta, como Noruega y Suecia en 2001 o Grecia en 2009. Pero ocurre que lo que más a mano tienes, lo sueles dejar para lo último. Así, las costas francesas fueron quedando atrás en las diferentes ocasiones en que cruzamos Francia. Los viajes que narra Pipe son de mediados de los setenta, por eso no guardaba muchas esperanzas de encontrar las costas tal y como él las vio aquellos años.


Leguminosa florecida en el arenal costero C. Aguilar
Subimos por las Landas haciendo una parada en Mimizan Plage, donde ya puedes ver los extensos arenales que se extienden durante más de cien kilómetros. El mar se presenta ahí de un color precioso y con un oleaje bravo, no es de extrañar la afición al surf de los franceses de esa costa. Cuenta Pipe Sarmiento que muchos de los surferos que empezaron a llegar allí a finales de los sesenta tenían una motivación no del todo deportiva. Muchos eran jóvenes estadounidenses desertores de la guerra del Vietnam huidos del reclutamiento obligatorio de su país. Pertenecían a familias que podían pagarles un exilio así, ya que tras tres años de prófugos sus obligaciones con el ejército prescribían y podían volver a su país sin problemas legales. Entre tanto deambulaban con sus tablas de surf y furgonetas por los mejores sitios de Europa, principalmente las Landas francesas. Esto se lo he leído a Pipe después, pero del libro al que me he referido me quedaron las descripciones de arenales y dunas costeras que se levantaban como auténticas montañas.



Barco varado en la playa. Foto: Pipe Sarmiento
Del libro saqué la imagen de la gran duna de Pilat y también la de una costa cambiante donde, en aquel entonces, se acumulaban grandes barcos varados. Las imágenes de gigantes cargueros en la arena eran muy sugerentes. Un auténtico cementerio de barcos en las costas francesas. En aquellos años localizó por allí hasta 5 grandes barcos en un área muy pequeña. Pero aquello no iba a ser una foto fija pues, ya entonces, esas inmensas chatarras eran carne de desguace. Pese a ello,  albergaba la esperanza de que por un casual quedara alguno resto aún por allí, pero no hubo suerte. Rastree con el Google Earth buena parte de la costa arenosa, donde cualquier objeto en la playa de ese tamaño se ve sin problemas. Luego pregunté a unos cicloturistas franceses que estaban haciendo el sendero que seguía la costa, pero nada. Sus mapas y guías no decían nada y a ellos tampoco les sonaba nada parecido.



Barrón (A. arenaria) lechetrezna marina (E. paralias)
No se si quedará aún algún barco varado en esa costa, pero desde luego no parece fácil encontrarlos sin información más precisa. Pero la duna de Pilat no podía haberse ido, así que subimos hasta Arcachon para visitarla. Hoy en día esa duna es un atractivo turístico con parking de pago, tiendas de recuerdos a la entrada y autobuses cargados de turistas, pero aún así merece la pena una visita. El primer día que llegamos vimos el panorama y esperamos al día siguiente para madrugar un poco y verlo con menos gente. Aunque haya perdido el encanto del sitio salvaje que fue, aún se queda uno impresionado con la descomunal acumulación de arena allí.

Charlando con Roge Blasco en Radio Euskadi 2

Cine en una comunidad ashaninka. Foto: C. Aguilar
Primero fue una entrevista general en "La Casa de la Palabra" de Radio Euskadi. Luego pasé al otro programa de Roge Blasco, "Levando Anclas," donde relaté con más tiempo mi estancia por Perú en 2011 en dos capítulos. Hasta ahora se había emitido solo el programa de La Casa de la Palabra (agosto 2011) y el primer capítulo de Levando Anclas (octubre 2011). Podéis encontrar los enlaces a los podcast de aquellos programas al final de la entrada "Charlando con Roge Blasco en Radio Euskadi 1".  El pasado día de Reyes se emitió el último capítulo de Levando Anclas que grabé.





Indígena ashaninka de caza. Foto: C. Aguilar
En él estuve hablando del valle de las orquídeas en el Alto Mayo, de los rastros de mamíferos del bosque, del ocelote que grabé allí, del bosque  tropical seco de Ojos de Agua, del mayor helecho arbóreo del continente americano Platicerium andinum, del colibrí maravilloso, de la fortaleza de Kuelap, de los sarcófagos chachapoyas, de los 700 m de la cascada Gocta, del genuino Jesús López de Dicastillo y de los indios ashaninkas del Pichis. ¡Casi nada! Todo eso esta por aquí en este blog y como siempre ha sido un placer charlar de ello con Roge Blasco en uno de los programas radiofónicos que más disfruto escuchando. Ahí os dejo el enlace al podcast del último programa para el que tenga curiosidad, os comento el minutaje dentro del archivo de ese día.


Audio Programa “Levando Anclas” Radio Euskadi 6 Enero 2012
(00:59:00 – 01:29:00)

domingo, 1 de enero de 2012

El buscador de ríos (Libro)

El buscador de ríos 
Fernando del Hoyo Lasarte
Infotienda. Logroño. 2008
ISBN 978-84-936699-3-5
(Biblioteca Pública de La Rioja 860-3 HOY bus)

Encontré esta novela por casualidad y me llamó la atención el título y su argumento. Luego vi que había sido escrita por un paisano logroñés de modo que me picó aún más la curiosidad. El buscador de ríos era el nombre con que llamaban algunos de africanos a Livingstone el mítico explorador africanista del siglo XIX, por su curiosidad por anotar y cartografiar los ríos africanos. La novela recrea el viaje de exploración que hizo Stanley desde la isla de Zanzíbar (ese destino actual de vacaciones del Índico) para ir en su busca. Muy conocida es la frase de aquel encuentro “Dr Livingstone supongo”, así que desde un principio ya sabemos el desenlace y hay poca emoción en ese sentido. Sin embargo lo que es menos conocido fue como se fraguó y desarrollo aquel viaje y de ello se encarga la novela.


A Livingstone se le daba por desaparecido en el corazón África en el transcurso de sus exploraciones y contactar con él supuso una tarea especialmente difícil en aquella época. Aunque se trata de una novela, se basa en los hechos reales del viaje. Tanto Stanley como Livingstone, como buenos exploradores, dejaron cuadernos y diarios con suficientes anotaciones como para poder reconstruir el periplo en una novela. Aquí se cuenta el viaje de Stanley pero no termina con el encuentro de Livingstone, sigue con la estancia de ambos en la zona, el retorno de Stanley y algo de la gloria y las polémicas a su regreso a Europa. Un relato que nos sumerge en el ambiente de las exploraciones africanas del siglo XIX con toda la crudeza de aquella época con comerciantes de esclavos árabes, caravanas de porteadores inmensas, guerras entre tribus, pantanos y desiertos inhóspitos y exploradores déspotas y crueles, a lo cual Stanley no es ninguna excepción a pesar de la épica de su viaje.



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