martes, 29 de marzo de 2011

Perú 6 (2011) El frescor de las quebradas

Juvenil Ameerega altamazonica. C.M. Aguilar Gómez.
En la zona de estudio del mono tocón son dos las quebradas o arroyos que lo recorren, la que da nombre al área, Pucunucho, y otra llamada Manga Paquina. Una de las medidas de conservación que se pretenden, tras ver la importancia del área para el mono tocón, es garantizar un corredor de vegetación por una de estas quebradas de modo que este bosque no se quede aislado entre fincas cultivadas o roturadas para pastos y conecte con otras zonas boscosas. Así es que se está trabajando con los propietarios de los alrededores y hemos estado visitándoles varios días y tomando datos de los usos del suelo en el entorno de Pucuncucho. Para desplazarnos por la zona a veces utilizamos las propias quebradas, pues es más cómodo y sobre todo más fresco sobre todo algunas horas en que achicharra bien el sol.



Cascada "hormigonada" de toba. C.M. Aguilar Gómez.
Las aguas de estas quebradas tienen una muy alta concentración de carbonato cálcico hasta el punto de que precipita de una forma bien curiosa y masiva. Hay tramos del río que parece que están hormigonados, como si hubieran volcado un camión de cemento en medio del cauce.  Ese es el aspecto que da la toba caliza que precipitan entre los cantos rodados del lecho del rio. Donde esto es más exagerado es en las cascadas pues ahí el agua se lamina y se forma una gran chorrera  de toba que llega a formar incluso estalactitas en las partes bajas. Esta peculiaridad de los cauces hace que sean muy fáciles de andar, ya que las rocas tienen una pátina rugosa de toba y se puede andar bien sobre las piedras, a diferencia de los típicos cantos de río resbaladizos.



Potamites ecpleopus. César María Aguilar Gómez.
Estas quebradas llegaron a quedarse sin agua durante los  periodos de sequía los años en que la finca estaba dedicada a usos ganaderos. Sin embargo ahora han recuperado muy rápidamente unos caudales constantes. Este es, sobre todo, el punto fuerte en el que se basa la conservación de los bosques para la gente de aquí.  Sin bosques los arroyos pierden rápidamente su caudal, pero el proceso afortunadamente es reversible como aquí se ha demostrado. Los días que hemos recorridos las quebradas hemos podido ver en ellas unos pequeños camarones o cangrejos tipo quisquillas de hasta 3-4 cm bastante rápidas largándose en cuanto tratabas de acercarte. Pero lo fue una sorpresa para mi fue encontrar unos cangrejos tipo centollos o cangrejos de mar que salen solo por las noches. Los descubrimos uno de los días que se nos había acumulado el fregoteo de la comida para cena y bajamos a limpiar los platos de noche con la linterna frontal. Allí estaban sin que los hubiéramos visto ninguna vez durante el día. César consiguió hacerse con uno y esa noche pudimos comer marisco, y bien rico que estaba aunque tan repartido supo a bien poco. Fue la última noche en la zona… ¡de haberlo sabido antes!


Rhinella marina. Foto: César María Aguilar Gómez.
Un habitante de las quebradas que me sorprendió cambien encontrar fue una especie de lagartija “anfibia” que conseguimos coger. La primera que vi salto entre las rocas y acabó cruzando el cauce por el agua. Pensé que no le habría quedado más remedio que tirarse al agua huyendo, pero luego vi que eso era lo normal pues otra al rato volvió a hacer lo mismo sin inmutarse. La especie es Potamites ecpleopus, aunque eso lo he sabido después cuando otro voluntario de NPC, Nestor Allgas, me ayudó con la identificación de este tipo de bichos. Otros anfibios que vimos, estos ya verdaderos, fueron dos ejemplares de sapo tipo Bufo, eran de la especie Rhinella marina. Uno de ellos nos visitó varias noches en la zona donde comíamos, el otro era realmente tremendo con unas grandes parótidas y lo vi uno de los días de lluvia. También era normal por la noche y a primeras horas de la mañana oír unas ranitas pequeñitas con canto aflautado sobre la vegetación. Solo un día conseguí dar con una de ellas, eran de no más de cuatro centímetros  con unas manchas amarillas en las axilas de las patas posteriores. Luego he sabido que eran juveniles de las ranas venenosas Ameerega altamazonica.

Perú 5 (2011) La noche en Pucunucho

Cenando un cangrejo del río. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Las noches en la selva son especiales pues las pasas en torno a un fuego cocinando la cena, ya que poco más puedes hacer cuando anochece a las seis y media como corresponde a una latitud cercana al ecuador. Si te da por alejarte un poco de la luz cegadora del fuego descubres destellos en la oscuridad y de repente parece que estuvieras alucinando. Se trata de unas luciérnagas que emiten destellos de forma intermitente durante el vuelo y que crean un ambiente completamente mágico en la oscuridad. Las había visto hace años en El Petén en Guatemala y su recuerdo se me quedó muy asociado con aquellos paisajes selváticos, así que volver a verlas aquí me ha traído un recuerdo muy grato.




"Erizo" Coendu bicolor. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Una de esas noches que estábamos preparando la cena junto al fuego bajo una tejavana de hojas de palma, oímos algo rondando por encima del techo.  Lo que encontramos era un bicho de lo mas raro y que aquí llaman erizo o puerco espín por su aspecto de púas amarillas y negras, pero en realidad es un roedor. La especie es Coendu bicolor y es un mamífero arbóreo relativamente común. En un primer momento al verlo con esa pinta tan rara, de hábitos arbóreos y con la cola prensil me pareció un marsupial, ese linaje de mamíferos que terminan de criar a sus "fetos" en una bolsa en el vientre y de la que hay varias especies en Sudamérica, como la zarigüeya. Pero para nada, esto era un roedor pero bien extraño para lo que estoy acostumbrado a ver.



"Erizo" Coendu bicolor. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
El bicho en cuestión aguantó tanto rato bajo la luz de nuestras linternas que pudimos hacerle fotos a placer, ya que estaba a unos pocos metros y se mostraba bastante curioso. Antes de venir a Perú había estado mirando que mamíferos podría ver y me había comprado una cámara de fototrampeo con iluminación de infrarrojos. La idea era aprovechar estas estancias en el campo para obtener fotos o videos de mamíferos nocturnos. En España me fue bien en el periodo de pruebas con el artilugio ya que a los pocos días grabé un video de una garduña (Martes foina). Sin embargo, tras cinco días con la cámara activada en Pucunucho solo podemos calificar la experiencia de fracaso total. Bueno ya sé que me tengo que dar más tiempo y que soy un poco impaciente, pero es que ya estaba descargando la memoria de la cámara imaginando todo tipo bichos, y me quedé un tanto decepcionado al ver que solo grabé gente que iba a trabajar a su chacra y se acercaba al objetivo mirando a ver qué era eso tan raro candado a un árbol.


Autillo Megascops watsonii. Foto: Julio Tello.
En los próximos días trataré de usarla en otros sitios a ver si tengo más suerte, pero lo estoy viendo difícil pues no conozco bien los hábitos de las especies. Por una parte aquí el agua no es un recurso limitante, así que no tienen porque moverse por los arroyos, además unas cuantas especies son muy arbóreas y de otras no sé bien qué puede atraerles y para mas “inri” los olores se borran rápido con tanta lluvia. Bueno, prometo mejorar en el transcurso de los días. Sin embargo con lo que sí tuvimos más suerte fue con un pequeño autillo, Megascops watsonii, que se oía todas las noches en la zona. Alrededor de donde dormíamos había al menos tres de ellos reclamando. Julio, que controla bastante de aves, había traído los cantos grabados de unas cuantas especies y al rato de ponerle el reclamo apareció una. Cantan muy bajo y en realidad parece que están más lejos de lo que están, pues cuando los oyes próximos no es que estén cerca, es que los tienes encimita mismo a solo unos pocos metros de ti. Es lo que comprobamos en varias ocasiones que se acercaron al reclamo tanto, que pudimos hacerles fotos mientras cantaban estoicamente bajo la lluvia de flashes y focos de linternas. Así de confiados se muestran estos bichos por aquí.

jueves, 24 de marzo de 2011

Perú 4 (2011) Los “peligros” de las selvas

Lianas "serpientes imaginarias" C.M Aguilar Gómez.
Cuando nos hablan de selvas en seguida se dispara nuestra imaginación y solemos pensar en serpientes venenosas, “fieras” y todo tipo de riesgos que se corre al entrar en ellas. Nada más llegar a la zona desde Lima, tenía algo de tiempo que matar y me acerqué al museo de Tarapoto, una especie de museo de los horrores falto de medios y completamente desaconsejable. Allí tenían pieles apolilladas, serpientes en formol y todo tipo de bichos de selva en un estado deplorable, pero me llamó la atención una piel de una boa a la que adjuntaban una foto y un recorte de prensa. La noticia relataba el suceso de una persona que había desaparecido y había sido hallada en el interior de una gran boa. La foto en blanco y negro con el paisano a medio digerir, una vez que rajaron a la boa, es de las que quitan el sueño por varios días. Así cómo no vamos a temer las selvas.



Asquito de mis pies con alergia tipo "rasca-rasca"
Sin embargo en Pucunucho, que bien es cierto que ya no es un bosque primario, solo dimos con una culebra el primer día. La bicha en cuestión era poco más que una Natrix de Europa, toda huidiza, e iba cruzando el camino de acceso asustada. Hasta diría que tenía cara de buena gente.  Es más, por ese camino pasan a diario gentes que van a sus chacras y lo primero que pude ver fijándome en las huellas en el barro fueron… ¡pies descalzos! Si la gente va descalza es que no verán mucho peligro en ello, aun así todos solemos ir por estas zonas con botas de goma que siempre te hacen sentir más seguro. Lo que en realidad hay que temer aquí tienen un tamaño más reducido y son las hormigas, arañas, avispas y zancudos que es como llaman a los mosquitos. Tampoco son raras las alergias que te llenan algunas partes del cuerpo de granos que parece que no hubieras pasado el sarampión, como me ocurrió a mí en los pies. 


Isula con fuertes mandíbulas. C.M. Aguilar Gómez.
Entre las hormigas hay muchas especies pero dicen que solo un par de ellas son las más problemáticas.  Unas pequeñitas y coloniales que en realidad no sabría distinguirlas de cualquier otra hormiga de tamaño similar. Por si acaso me ando con cuidado de no poner las manos en los troncos muy a menudo por no toparme con ninguna de ellas en su febril actividad.  El otro grupo de hormigas “delicaditas” son unas del género Isula y son mucho más reconocibles pues son unas pedazo de bichas de unos dos centímetros. Son hormigas solitarias y se las ve “patrullando” a menudo por el suelo y los árboles. Tienen una cabeza completamente desproporcionada y fuertes mandíbulas. Dicen que si te pican el dolor es muy intenso y la fiebre sube durante 24 horas, la verdad es que así dicho no quedan ganas de probar. No obstante te evitan bastante, lo puedo asegurar yo después de aburrir a unas cuantas para que posaran ante mi cámara. 


Mosquitos y su "baile banderillero". C.M. Aguilar Gómez.
Los mosquitos son en realidad los que te hacen la vida peor, en especial ahora en época de lluvias. Hay varias especies pero hay uno que me resultó fascinante. Como total me iban a picar de todos modos, decidí pasar algo de rato fotografiando el comportamiento de unos mosquitos bien curiosos en los ratos  en que no vocalizaban los monos tocones y no había ningún ave en los alrededores del punto de escucha. La pena es que sin trípode y con la poca luminosidad que hay dentro del bosque no obtuve fotos muy buenas. Pero bueno, los zancudos en cuestión son unos que tienen las puntas de las patas claras como si llevaran calcetines y que cuando se posan empiezan una especie de “danza” lenta.  Consiste en levantar las patas traseras, primero una y después poco a poco la otra hasta llegar a colocarlas por encima de la cabeza. Al final quedan con una posición similar a la de un banderillero y no van muy descaminado el mensaje,  porque en cuanto que te descuides te van a poner las banderillas a ti. En fin, qué razón aquello de que lo pequeño es hermoso, nunca había llegado a fijarme tanto en unos mosquitos. A partir de ahora ya me entra la duda entre si pegarles un manotazo cuando los vea, o bien ofrecerles mi brazo para que crezcan sanos y fuertes como el primo de Zumosol.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Perú 3 (2011) Aves y otros mamíferos de Pucunucho

Pichico Saguinus mytax. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Todos estos días por Pucunucho han dado para ver más fauna que monos tocones. De primates hay otra especie que se ve en el área, son los llamados pichicos (Saguinus mytax). Son pequeños con un cuerpo poco más grande que un puño pero con una cola muy larga y una especie de máscara blanca. Es un primate común más generalista y que aparece en una amplia área de distribución. Los hemos visto en grupos veloces saltando por las ramas y uno de los días tuve uno de ellos justo encima del punto de escucha. Son difíciles de fotografiar ya que son muy ágiles y solo paran quietos por un momento para observarte y luego se van. Además como son de pelaje oscuro las fotos suelen ser puro contraluz contra el cielo, aunque tienen partes del cuerpo rojizas.



Perezoso Bradypus variegatus Foto: C.M. Aguilar Gómez
Mas fácil de observar y fotografiar fue un perezoso (Bradypus variegatus) que descubrí justo encima de donde me encontraba. Llevaba buen rato allí y el bicho ni movérsele una ceja oye, no fue hasta que se decidió a darse el paseo de la mañana que lo vi, apenas se desplazó un par de metros. En ese “gran recorrido”, que le llevó un buen rato, me dio tiempo a sacar la cámara fotografiarlo y hasta me animé a hacerle un video que había tiempo para todo a esa velocidad. Desde luego movido, movido, no sale para nada en las fotos.  El caso es que allí se pasó toda la mañana sin inmutarse, los días siguientes ya debió de cambiar de árbol pues no lo volví a ver hasta uno de los últimos días que estaba dándose otro de esos veloces paseos. El árbol en el que lo encontré aquí le llaman cetico (Cecropia cetico) y después me dijeron que es del que se alimentan estos bichos.


Ortalis guttata Foto: César María Aguilar Gómez.
Los ceticos en esta época son bastante importantes para muchas especies de fauna ya que tienen unos frutos pequeños que ahora están maduros. Además presentan unas ramificaciones muy amplias y grandes hojas dejando amplios espacios en su bóveda que permiten ver en todo momento quien se mueve por arriba. Allí comían todas las mañanas unas pavas de monte (Ortalis guttata) que eran bastante abundantes y ruidosas y que aquí las llaman Manacaracos en una especie de nombre onomatopéyico del ruido que hacen. Son muy huidizas y se las ve siempre por las bóvedas del bosque pero en cuanto notan tu presencia desparecen de la vista, así que parece que les han tenido que dar mucha caza ya que son un buen bocado. Pero a pesar de ello se las puede oír por largo rato montando bulla durante las primeras horas de la mañana. Incluso, a cierta distancia y con poca experiencia, se podrían confundir sus gritos con las vocalizaciones de monos tocones, así que hay que prestar atención para diferenciarlos bien.



Capitus auratus con frutos. C.M. Aguilar Gómez.
Comiendo los frutillos del árbol este, estaban también los monos tocones y una variedad de aves de diferentes grupos. Alguna de ellas fueron tucanes (Pteroglossus castanotis), córvidos (Cyanocorax violaceus), carpinteros (Melanerpes cruentatus), ictéridos o oropéndolas del nuevo mundo (Cacicus cela), tangaras (Cissopis leveriana) y barbudos (Capitus auratus), todos picoteando los frutos del cetico. En realidad es un árbol relativamente común y de rápido crecimiento así que parece jugar un importante papel en proporcionar recursos para la fauna en este bosque de “purma” en proceso de regeneración.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Perú 2 (2011) Censando monos tocones en Pucunucho

Campamento en Pucunucho. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Hasta el momento no se conoce la densidad de monos tocones en Pucunucho y por ello nos hemos juntado aquí cinco personas de las tres asociaciones que comenté para hacer el primer censo. Se tiene referencia de que es un sitio muy buen pero poco más. Durante una semana hemos estado 3 peruanos (Julio, Sergio y Cesar), una americana (Josie) y yo trabajando en el área para este fin. El lugar no se encuentra muy lejos de Juanjuí por lo que algunos días hemos ido y venido en motocarro, pero la mayor parte del estudio hemos estado acampados en el área viviendo allí. Una cabaña de palma nos ha servido de campamento base, hemos montado dos tiendas de campaña y hasta allí hemos subido con provisiones a la espalda para unos cuantos días. Para beber agua la cloramos de la zona, para cocinar usamos una lumbre con leña a la que le cuesta arder por la humedad y como ducha un arroyo bien refrescante tras pasarse el día empapados en sudor. En cuanto a la dieta nos hemos vuelto casi vegetarianos, Josie por opción y los demás por necesidad pues es lo más practico con este calor, así que muchas papas, arroz, lentejas, zanahorias y quinua cocinadas con imaginación y bien de especias.


Punto de escucha en el bosque. C.M. Aguilar Gómez.
Los monos tocones tienen un comportamiento más discreto que otras especies de primates y sus grupos son pequeños, de 3-5 ejemplares normalmente. Son grupos familiares con crías y por ello el método de transectos lineales buscando contactos visuales tiende a subestimar sus poblaciones. Sin embargo son territoriales y emiten unas fuertes vocalizaciones que pueden escucharse hasta a unos 200 metros, lo cual es bastante para el tamaño del animal. En estas vocalizaciones se basan los censos que se han efectuado hasta ahora con la especie. Una manera de saber la densidad en un área pequeña como Pucunucho es distribuir personas en estaciones de escucha en puntos fijos en diferentes partes del área. Desde ahí, y simultáneamente, durante las tres primeras horas de luz se registran los tiempos en que inician y finalizan las vocalizaciones. Con ayuda de una brújula se anota la dirección en que cada uno oye a los grupos y así consecutivamente durante unos 5 días sin lluvias. 


Mono tocón Callicebus oenanthe. C.M. Aguilar Gómez.
Pasar todas las mañanas tres horas quietos dentro del bosque con esta humedad es ser pasto de los mosquitos así que vamos todo el día bien rociados de repelente. Aun así, es medio soportable ya que no son selvas bajas, estamos en laderas y la concentración de mosquitos es algo menor. Todas las mañanas nos colocábamos en los mismos puntos y desde allí fuimos anotando los datos. En general casi todos los días hemos oído o visto grupos, incluso algunos días hemos llegado a hacer fotos y grabaciones de video de algunos de ellos. Después del trabajo de campo, la manera de saber los grupos con estos datos resulta de cruzar la información de las distintas estaciones de escucha y triangular las direcciones anotadas.



Mono tocón Callicebus oenanthe. C.M. Aguilar Gómez.
De esta manera se pueden ubicar los grupos sobre un mapa y con los horarios anotados saber si son grupos distintos o no. Esta época es periodo de lluvia en la zona y por ello no todos los días han sido buenas las condiciones para las vocalizaciones y así hemos tenido que hacer más de 5 mañanas de escucha. Si bien llueve mayormente en la noche y no todos los días, cuando llueve un poco a la mañana los grupos vocalizan menos y hay que evitar ese sesgo que tiende a subestimar territorios. Aún estamos elaborando los resultados pero la impresión ha sido bastante buena, ya que pensamos que podría haber entre 8 y 11 grupos, una densidad muy buena para un área tan pequeña. Sin embargo hay que tener en cuenta que tres de los laterales del área están deforestados y por tanto los ejemplares están aquí concentrados, aunque no se sabe si estas densidades son las habituales.

lunes, 14 de marzo de 2011

Perú 1 (2011) Regreso a un país megadiverso

Río Huallaga y selvas en Juanjuí. C.M. Aguilar Gómez.
Este mes de marzo acabo de empezar una nueva visita a Perú, aquí  pasaré algún tiempo colaborando con la asociación Neotropical Primate Conservation (NPC) que está asentada en La Esperanza una pequeña localidad ubicada al norte del país en el departamento de San Martín. Este distrito está en cuenca amazónica y sus paisajes van de la selva baja a los bosques húmedos en la caída de los Andes todo muy exuberante y verde. En general Perú está considerado como un país megadiverso, pero en el caso de primates además es el cuarto país del mundo (tras Brasil, Madagascar y Colombia) con mayor diversidad y riqueza.  En la actualidad existen 36 especies en Perú, un 10% del total mundial y entre ellas varias endémicas del país. Entre estas se encuentra el mono choro de cola amarilla (Oreonax flavicauda) que es endémico de selvas altas de la zona. La rápida regresión de los bosques y la precaria situación de la especie motivaron a Sam y Noga Shanee a fundar aquí la asociación NPC hace unos pocos años.


Quema para cultivos de una chacra C.M Aguilar Gómez.
Los ríos de la zona, el Huallaga y el Mayo, albergaron hasta hace unos 50 años bosques primarios bien conservados con poca población, pero la deforestación actual es muy rápida. Llegando desde Lima hay una larga ruta asfaltada que atraviesa la región y que fue construida en los años ochenta. A partir de entonces comenzaron a llegar migrantes de la sierra, como aquí llaman a la gente de la cordillera andina. Con este poblamiento  comenzó la deforestación, primero sacando la madera y luego roturando lo que quedaba para pastos o para cultivos de café, cacao, cítricos, maíz e incluso para coca en algún momento. Se trata de la región con más rápida pérdida de bosques del Perú debido a esta reciente accesibilidad, así que el panorama de conservación ha cambiado rápidamente en pocos años. Y esto cuando se trata de una zona de gran endemismo y diversidad que en la mayoría de los casos aun no había sido inventariada suficientemente. Es así que siguen apareciendo nuevas distribuciones de especies con poca información previa.


"Mapa del tesoro" Pucunucho. Foto: C.M Aguilar Gómez
Entre las especies de las que se tenía poca información está el mono tocón (Callicebus oenanthe), como lo conocen localmente, o también llamado Tití de San Martín. Y es que se trata de un endemismo ya no solo del Perú, sino del propio distrito San Martín, “el rizo del rizo”. Esta especie es motivo de preocupación por parte de una serie de ONG locales e internacionales entre las que esta NPC con la que estoy colaborando. Así que nada más llegar me ha tocado participar en censos y trabajos de conservación de esta especie en una pequeña área privada de conservación llamada Pucunucho, en la localidad de Juanjuí. Aquí se ha dado una confluencia de intereses entre tres asociaciones, NPC, el Proyecto Mono Tocón y Ampa (Amazónicos por la Amazonía). Hace un par de décadas Ampa compró una finca de 23 hectáreas que había estado dedicada a ganadería y a diversos cultivos. La idea fue reforestarla y recuperar el bosque original. Aquí la deforestación está muy relacionada con la perdida de agua de los arroyos, así que restaurar el régimen hidrológico natural fue la primera motivación de la recuperación y en ello el efecto fue inmediato. 


Flores Heliconia rostrata. Foto: C.M Aguilar Gómez.
Pero una cosa llevó a otra y hace poco tiempo resulta que visitando el área encontraron unos “raros monitos” que les llamaron la atención. Lo que había sucedido es que trascurridos 16 años de recuperación de la finca, el bosque se había regenerado con ayuda de las repoblaciones, de tal manera que ya albergaba a una de las especies más amenazadas de la zona. Los monos tocones, ante la falta de bosques primarios, parece que se están aferrando a manchas boscosas en recuperación incluso entre chacras y campos deforestados. El hábitat de la especie esta en zonas bajas y no vive por encima de los 1200 metros por lo que coincide con la zona más deforestada y no ocupa las zonas altas de protección.  Así su principal amenaza es la rápida degradación de los bosques que habita.  Es por ello que esta finca y su ejemplo pueden convertirse en una experiencia demostrativa y de buenas prácticas para conservar a esta especie amenazada. De ahí que las asociaciones NPC y Proyecto Mono Tocón hayan querido apoyar a los propietarios, censando la especie y divulgando los resultados. Un primer paso para poner en valor el área y la especie entre la población local a la que se está informando desde el principio. Así que en estas tareas estamos en estos comienzos de marzo.

martes, 1 de marzo de 2011

Saramago y otras pérdidas en 2010 (Libros)

Ahora que acabo de regresar de Lanzarote recuerdo algunas pérdidas de escritores del pasado 2010 que van a ser difíciles de reemplazar. Lo comento a raíz de la pérdida del escritor portugués y premio Nobel de Literatura José Saramago que tomó Lanzarote como tierra de adopción. Pero no sólo Saramago, también otros dos grandes nos dejaron el año pasado, José Antonio Labordeta y Miguel Delibes. Todos ellos fueron producto de épocas y circunstancias que difícilmente se repetirán y representan a un tipo de escritores que realmente admiro. No los valoro solo por su profesión de escritores, sino por su compromiso como intelectuales, con una conciencia crítica y a la altura de los tiempos que les han tocado vivir. Desde luego que no soy crítico de libros y solo me he leído una mínima parte de lo que han escrito, pero los tres me han trasmitido una mirada lúcida sobre el paisaje y la naturaleza, una reivindicación del paisanaje y de formas de vida rurales alejadas de la sociedad de consumo y un gran interés y compromiso por dignificar la condición del hombre. El molde de este tipo de escritores se ha roto, ya que hoy en día la mayoría son buenos profesionales de su oficio y luego cada uno a lo suyo… nada qué ver.



En los tres está presente el viaje y la naturaleza, pero no ese viaje exótico que hoy se exhibe como una actividad de consumo. Lo suyo ha sido un acercamiento sosegado y tranquilo a diferentes geografías, un interés por conocer y aprender de realidades no necesariamente muy distantes. El de José Saramago es un viaje por la cultura que lo formó como Tras-Os-Montes o el Alentejo entre otros, y que recoge en su libro “Viaje a Portugal”. Pero lo de Saramago no ha sido un perspectiva local, su presencia llegaba a muchos rincones del mundo donde un intelectual de su talla fuera necesario. Últimamente le vi prestando su voz contra la urbanización insostenible y la locura del ladrillo en la isla de Lanzarote. Nos quedan palabras como estas del Viaje a Portugal “La felicidad, sépalo el lector, tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno de ellos. Entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo”.







Miguel Delibes es el gran maestro en saber plasmar la relación del hombre con la naturaleza rural. “El Camino” con personajes como Daniel el Mochuelo nos llevan a un periodo en el que los chavales de los pueblos tenían una relación estrecha con la naturaleza, aún con todas las “burradas” que hacían. De Miguel Delibes se pueden leer hasta sus libros de caza, sin gustarte la caza, por la sensibilidad y tacto que destilan. Sin ir más lejos ahí está la contribución de dos de sus hijos biólogos, Miguel y Juan, el primero director de la Estación Biológica de Doñana durante años y el segundo impulsor de la revista Trofeo, una de las pocas respetables en el mundo editorial cinegético por su rigurosidad.  Pero es que al igual que los otros dos escritores que estoy comentando, este hacía gala del compromiso del intelectual que le llevó a dedicar su discurso de entrada en la Real Academia de las Letras a poner de manifiesto la degradación que estaba sufriendo el medio ambiente y que luego se publicó como libro, “La naturaleza amenazada”.  También me sorprendió dar con un libro como “La primavera de Praga” donde con un tratamiento campechano y nada sectario, raro en escritos políticos, Miguel es espectador casual de los cambios que se estaban fraguando en Checoslovaquia a finales de los sesenta. Ya últimamente siguió en la brecha con el libro que publicó con su hijo Miguel llamado “La tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?" y que tengo entre la lista de libros pendientes de leer.


Y por último quizá el más mediático de los tres, José Antonio Labordeta. Con aquella serie de recorridos por todo el territorio peninsular, “Un país en la mochila”, nos acercó a un montón de sitios de aquí al lado que casi ignorábamos que existieran. En una ocasión, acababa de regresar de un viaje en furgoneta por el Maestrazgo y otras zonas de Teruel con Iratxe y nos lo encontramos en Logroño a la puerta del Teatro Bretón. Su hija actuaba esa noche en el teatro y aprovechamos a saludarle. Esos días habíamos estado usando un artículo sobre el Maestrazgo que había escrito en la revista Península y quisimos comentarle lo que nos había gustado. Fueron unas pocas palabras sobre ese artículo y la comarca, pero me gustó el trato humilde y cercano, que no era impostado para los capítulos de la serie aquella. Y ademas de todo esto, su compromiso y convicciones inquebrantables. En esta última línea, nuevamente un libro que tengo pendiente  "Memorias de un beduino en el Congreso”. Y es que lo mejor de los buenos escritores es que siempre nos quedan ahí sus libros para volver sobre ellos.


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