miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aveiro 3 (Portugal) 2010 La ría y los pescadores de bacalao

Moliceiro grande. Foto: César María Aguilar Gómez.
Otra cuestión que hace interesante una visita a la zona de Aveiro es la relación de estas poblaciones con el mar. Además del arte de xávega, que ya comenté al principio, hay otros aspectos que me resultaron atractivos. Al ver los “moliceiros” paseando grupos de turistas por los canales de Aveiro, uno puede llegar a pensar que éstos se han mantenido aquí solo para este fin. Nada más lejos de la realidad. Recorriendo el estuario puedes ver diferentes modelos de embarcaciones tradicionales, todas muy coloridas, y relativamente bien conservadas. El tipo que parece estar más en uso en la actualidad, es una embarcación con la proa alta que, ayudada de un motor, les sirve para acceder a los fangales que quedan en la ría tras bajar la marea. Allí recogen todo tipo de bivalvos, en un aprovechamiento similar al que hacen  los limícolas a diario de otros invertebrados que viven enterrados también en el sedimento.



Moliceiro con proa dibujada. César María Aguilar Gómez
En especial merece la pena acercarse al embarcadero de Torreira, donde se pueden ver muchas embarcaciones tradicionales amarradas en un pequeño puerto de ría. Sin embargo, la embarcación más característica de la zona es el propio moliceiro. Los que llevan turistas por Aveiro se desplazan con motores, pero en su forma tradicional desplegaban una amplia vela y aún pueden verse algunos con mástiles varados en las orillas de la ría. Estas embarcaciones eran utilizadas para recoger algas que después se usaban para fertilizar los campos de cultivo. Todos tienen una proa muy convexa y en la popa destaca un gran timón. Pero quizá lo que resulta más llamativo son sus decoraciones, siempre muy coloridas y con unas ilustraciones de estilo entre cómic y naif con dichos o frases jocosas. Al parecer al principio los temas de estas ilustraciones eran más comedidos y “correctos”. Sin embargo ahora, las que más triunfan entre los pescadores parecen ser las del tipo “chiste verde” a juzgar por la cantidad de ellas que se ven.


Marcas de constructores. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Un detalle curioso en la decoración de estas embarcaciones es la presencia de la “firma” del constructor. Al igual que en los sillares de las iglesia solemos ver las llamadas “marcas de cantero”, una grafía que dejaba cada artesano en sus piedras, aquí los constructores de las barcas dejan unos coloridos símbolos geométricos en la parte emergida del timón. Es curioso ir comprobando en cada barca los diferentes talleres que las fueron construyendo. Estas y otras muchas cuestiones sobre la ría y los modos tradicionales de pesca, pueden conocerse en el museo marítimo de Ilhavo. Lo bueno de la zona es que si quieres saber sobre este patrimonio relacionado con la ría tienes este museo, pero de cualquier modo la sola visita de la ría te permite verlo in situ. Sin embargo, la relación de estas poblaciones con el mar no solo se refiere a la ría o con los bancos de pesca cercanos como en el arte de xávega. Como sucedió en los puertos cantábricos españoles, la gente de aquí estuvo embarcándose durante años en largas campañas al banco de Terranova entre Canadá y Groenlandia.  



Reproducción bacaladero. César María Aguilar Gómez.
La pesca del bacalao, era un “mana” por el que merecía la pena hacer un gran esfuerzo. Relacionada con esta actividad se ve, además, la importancia que debieron tener salinas como las que hoy vemos aún en Aveiro, ya que la sal fue fundamental para conservar y transportar las capturas de vuelta a casa. En un par de ocasiones en Noruega, en las Islas Lofoten y en la Península de Varanger, he podido ver secaderos de bacalao en la propia costa. Allí son  enormes espalderas de madera donde cuelgan abiertos los peces a curtirse al frescor del Ártico. Supongo que la cercanía a la costa de las zonas de pescas que ellos aprovechan y las temperaturas en tierra, les permiten hacer un procesamiento tan distinto. En cualquier caso, todas estas historias de pescadores en el Ártico no dejan de tener su épica y me atraía mucho conocerlas. Un buen sitio para ello es nuevamente el museo marítimo de Ilhavo, donde una de las exposiciones permanentes está dedicada a este tema. Allí puede verse una reconstrucción bastante buena de las partes de un tipo de veleros que se usaron para la pesca del bacalao. Como complemento también puede visitarse un barco actual de los que hasta hace unos años estuvo haciendo campañas en Terranova. El Sto. André se encuentra amarrado en el puerto de Aveiro (Forte da Barra) y recorriéndolo se puede hacer uno a la idea de la dureza de la vida de los marineros en este tipo de pesca.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Aveiro 2 (Portugal) 2010 Marismas y flora dunar

Correlimos tridáctilos Calidris alba C.M. Aguilar Gómez
A pocos metros del centro de Aveiro, puede llegarse a pie, se encuentran unas antiguas salinas aún en uso. Ahora en invierno deslucen un poco ya que las lagunas de cristalización de la sal están a rebosar de agua con tanta lluvia. Aun así, toda esta zona de salinas, esteros, fangales y canales que extienden a las puertas de Aveiro, se llenan de un buen número aves marinas que invernan en las marismas. Recorriendo la zona pudimos ver grandes bandos de gaviotas, muy numerosas las sombrías (Larus fuscus) y las reidoras (Larus ridibundus), ardeidas como garzas reales (Ardea cinerea) y garcetas (Egretta garzetta), espátulas (Platalea leucorodia) o limícolas como agujas colinegras (Limosa limosa), combatientes (Philomachus puxgans), archibebes (Tringa totanus), cigüeñuelas (Himantopus himantopus), correlimos comunes (Calidris alpina) y tridáctilos (Calidris alba) o vuelvepiedras (Arenaria interpres) entre otras aves. Esta ría y el tramo de costa del Atlántico, están considerados como una de las mejores zonas para ver aves marinas en Portugal, aunque en esta ocasión el plan era otro y solo eché un vistazo por encima a lo que iba saliendo al paso.

  

Vuelvepiedras Arenaria interpres C.M. Aguilar Gómez.
Del sistema dunar visitamos la Reserva Natural de las Dunas de Sao Jacinto. Como es común en los cordones dunares costeros, la intensa acción de los vientos marinos hace que exista un importante avance de las arenas que el hombre ha tratado de fijar. En otros sistemas que he visitado como el del Asperillo de Huelva, en el Atlántico, o el de Guardamar del Segura, en el Mediterráneo, la fijación se hizo con pino piñonero (Pinus pinea). Sin embargo aquí la especie usada ha sido el pino negral (Pinus pinaster). A mediados finales del s XIX se repobló con la especie buena parte de esta costa relegando las dunas móviles a la zona mas próxima a la playa. Aunque esta no era la época de floración, ni la más adecuada para ver plantas, si pude reconocer algunas de las más características.
 



Otanthus maritimus. Foto: César María Aguilar Gómez.
La primera línea de arenales ha sido la que me ha parecido más interesante de la zona y la que más ganas tenía de ver. Entre las plantas más abundantes está el barrón (Ammophila arenaria), una gramínea que forma cepellones y que contribuye a fijar las arenas. Otras especies que pude reconocer fueron la algodonosa (Otanthus maritimus), la lechetrezna de las dunas (Euphorbia paralias), la azucena marina (Pancratium maritimum) y la campanilla de las dunas (Calystegia soldanella). A medida que te vas alejando de la costa aumenta la vegetación y empieza a aparecer un combinación curiosa de especies autóctonas. Así, en las zonas más soleadas encuentras especies como la sabina negral (Junniperus phoenicea), la camarina (Corema album), el mirto (Myrtus communis) y el tojo (Ulex europaeus). Asociadas a los niveles freáticos tambien pude ver otras como el aliso (Alnus glutinosa), el chopo (Populus nigra) y varias especies de sauces como Salix atrocinerea y Salix repens.




Carpobrotus edulis. Foto: César María Aguilar Gómez.
Una especie curiosa y muy extendida es la faya (Myrica faya) característica de la laurisilva pero, al parecer, también natural en el sur de Portugal. En estas dunas su presencia es más reciente y vino de forma natural, pero tras las repoblaciones de pino negral. Sin embargo lo más triste de la zona es la presencia de especies invasoras con gran peso en el paisaje que ya son un problema del todo irreversible. Durante la segunda mitad del siglo pasado se planto eucalipto en muchas zonas y también Acacia longifolia, otra especie australiana, que es de la más invasoras que existen. Inicialmente fue introducida en Portugal para drenar suelos pantanosos y hacerlos aptos para la agricultura, pero ahora se la puede encontrar por cualquier parte. En especial alcanza gran ocupación en la parte fija de estas dunas. Pero no son estas las únicas invasoras, ya que el clima de la zona favorece a otras muy extendidas como el plumero de las Pampas (Cortadeira selloana) o la una de gato (Carpobrotus edulis) de origen sudafricano.

Aveiro 1 (Portugal) 2010 Arenales batidos por el Atlántico

Dunas con Ammophila arenaria C.M. Aguilar Gómez.
Hacía ya casi diez años que, leyendo un par de artículos de la revista Península, había puesto mi atención en este lugar de la costa portuguesa. Aquellos artículos hablaban de una amplia ría separada del mar por enormes arenales donde había permanecido un sistema de pesca llamado xávega. Ante la ausencia de puertos, en ese arte pesquero entraban al mar remando contra las olas, extendían un cerco de redes y luego lo arrastraban desde la propia orilla. Hasta hace unos años lo hacían con bueyes pero ya últimamente, los pocos que quedan, arrastran las redes con tractores.
 
 






Gaviotas sombrías Larus fuscus. C. M. Aguilar Gómez.
El lugar está lo suficientemente lejos desde Logroño como para ir un fin de semana y cuando he tenido más tiempo de vacaciones he buscado sitios más lejanos, así que no había encontrado el momento para ir hasta el pasado puente de diciembre. Para ver la pesca a xávega no era época pues no se practica en invierno, pero la ría, las playas batidas por el Atlántico y la propia ciudad de Aveiro eran suficiente atractivo, así que pasamos tres días por allí Iratxe y yo. Los extensos arenales que separan el mar de la ría son frecuentados en verano por muchos bañistas, pero ahora están completamente desiertos y esa panorámica contra el Atlántico me atraía mucho.  





Moliceiros. Canal de Aveiro. César María Aguilar Gómez.
El sistema dunar se extiende por casi un centenar de kilómetros de costa y me recuerda un tanto a las dunas del Asperillo entre Matalascañas y Mazagón, en Huelva. La continuidad solo se ve interrumpe a la salida de la ría en la localidad de Barra. Esa comunicación con el mar se abrió de forma artificial hace unos doscientos años. De esa manera se creo la ría tal y como la vemos hoy en día, permitiendo la comunicación del mar con la laguna o albufera que allí existió. A unos diez kilómetros desde la costa, siguiendo la marisma, se encuentra la ciudad de Aveiro, la tercera más importante del país. Para mí tiene un encanto peculiar y aunque no es una ciudad con mucho patrimonio tiene un ambiente muy tranquilo.




Barrio de pescadores. Aveiro. César María Aguilar Gómez.
A Aveiro la llaman la “Venecia portuguesa”, pero no es cuestión de comparar, pues eso es más un eslogan turístico que otra cosa. La ciudad italiana, que visitamos al regreso de nuestro viaje en furgoneta por Grecia el pasado año, es de impresionar y a mi me dejó boquiabierto. Aquí solo hay unos pocos canales que se adentran desde la ría, pero eso no le quita nada de encanto si evitas las comparaciones. En estos canales se encuentran unas embarcaciones muy coloridas llamadas moliceiros, en las que a modo de “góndolas” pasean a los turistas. En el canal principal se puede ver incluso un antiguo molino de marea con sus arcos de piedra sobre el agua, hoy reconvertido en galería de arte. Desde esta localidad pudimos recorrer la extensa ría y conocer algo más de la zona.

martes, 7 de diciembre de 2010

Inscripciones rupestres en el Pico Urbión 2

Cruces e iniciales para marcar límites entre territorios.

Foto 4. César María Aguilar Gómez.
De todas las inscripciones halladas, las cruces son las que mayor uso han debido tener, en el sentido de haber sido remarcadas en más ocasiones y por tanto ser más patentes. No obstante esto varía y así son de destacar, por la profundidad que alcanzan, dos cruces que hay junto a la propia cumbre del Urbión, las del mojón MP-1, (Foto 4) y la del MP-8. En ellas la profundidad de la inscripción puede llegar hasta 5 cm, un trabajo considerable dada la dureza del conglomerado silíceo.
 

Leyenda Foto 4. Cruz con cuatro puntos fuertemente grabada. Cumbre del Urbión (MP-1). En la parte superior derecha, y de abajo hacia arriba, puede leerse 1867





Foto 5. César María Aguilar Gómez.
Los grupos de iniciales que aparecieron junto a las cruces fueron “C.A.” (Foto 5) y “C. y t.”, ambos con algunas variaciones. La disposición que adoptan estas abreviaturas entre si es bien curiosa. Aparecen como para ser leídas desde lugares enfrentados, concretamente “C. y t.” se escribe siempre para ser leída desde el valle del Revinuesa, algo que en esta divisoria es más una formalidad que otra cosa, pues en muchos casos supondría estar colgando del mismo cantil rocoso con unas paredes de vértigo (Foto 6). 

Leyenda Foto 5. Iniciales “C.A” claramente identificables inscritas en la proximidad del mojón MP-3



Foto 6. César María Aguilar Gómez.
En estos mojones sólo en uno de ellos aparecía un grupo de iniciales distinto, la inscripción “D.º” junto al mojón MP-1, en la misma cumbre del Urbión. Pero como ya he indicado, además de cruces e iniciales, junto a cada mojón aparece también un número de referencia y en ocasiones una fecha. Concretamente en los documentados se encontraron las fechas 1867 y 1871, en los mojones MP-1 y MP-8 respectivamente.

Leyenda Foto 6. Piedra con inscripciones junto al mojón MP-8, se puede ver la gran profundidad de la cruz e intuir las inscripciones “C.A.” y “C. y t.” para ser leídas, frente al mojón y desde el cortado, respectivamente. El Urbión es el pico que se recorta al fondo.
 
 


El significado de las iniciales y las fechas. 

Foto 7. César María Aguilar Gómez.
Conocer que indicaban estas iniciales y fechas vino de la mano de un documento y de una persona. El documento era un proyecto de ordenación del monte “Pinar” de los años sesenta, cuyos linderos coinciden exactamente con el término municipal de Covaleda. La persona era Andrés Cámara un apasionado de la historia y la etnografía de la zona, que me proporcionó ese documento y con quién pude ir desmadejando todas las cuestiones sobre estas inscripciones. De esta manera las iniciales pasaron a ser las abreviaturas de los territorios colindantes: “C.A.” de Covaleda, “C. y t.” de Ciudad y Tierra de Soria y “D.º” de Duruelo de la Sierra, todos en la provincia de Soria.



Leyenda Foto 7. Piedra con inscripciones junto al mojón MP-7, se pueden ver “C.A.” y “C. t.” a cada lado de la piedra, la cruz con los cuatro puntos y el número seis.
 

MP1-Grafías (abajo) y croquis de situación (arriba)
Con relación a la abreviatura “C. y t.” es un caso curioso que requiere una explicación. Aunque mirando un mapa de la zona el límite que se ha descrito es entre Covaleda y Vinuesa, esto no es del todo exacto. Dentro del término municipal de Vinuesa hay un monte cuya jurisdicción no corresponde a Vinuesa sino a la Mancomunidad de los 150 pueblos. Esta es una de las instituciones más antiguas de España, cuyo origen data de los s. XI -XII como una de las comunidades de Ciudad y Tierra, que fue un modelo con el que se repoblaron las tierras de Castilla, en este caso la villa de Soria y sus aldeas. Es por ello que en ese límite aparece “C. y t.” y no “V.A.”de Vinuesa, que es como se marca ese municipio en otros mojones del lindero, pero no en ninguno de los ocho documentados.


 


La punta del iceberg de unos lindes llenos de inscripciones.

MP3-Grafías (Dcha) y croquis de situación(Izq)
De ser las inscripciones descritas las únicas de la zona ya sería este un hecho singular, por cuanto en otros límites próximos no aparecen mojones así marcados. En un recorrido por parte de los otros cordales que salen del pico Urbión, el que va en dirección oeste, linde de Duruelo de la Sierra con Viniegra de Abajo y Mansilla de la Sierra, y el que va en dirección noreste, linde de Vinuesa y Viniegra de Abajo, no pude hallar ninguna inscripción de este tipo.






MP4-Grafías (Dcha) y croquis de situación(Izq)
Pero lo realmente impresionante es que lo descrito hasta aquí es sólo una pequeña parte de lo que existe en el término de Covaleda. Estamos hablando de que según las actas de reconocimiento de mojoneras de 1889 hay alrededor de 150 mojones antiguos, tan marcados como éstos, en los límites del término municipal. No todos serán visibles con el paso del tiempo, pero tenemos la suerte de que su ubicación e inscripciones se detallan en las actas que recoge el proyecto de ordenación del monte antes citado. 






MP5-Grafías (Dcha) y croquis de situación(Izq)
En esos documentos los de Covaleda aportan referencias de cartas y escritos muy anteriores sobre los que basan su propiedad y el amojonamiento de sus lindes. De esta manera sabemos que desde la Baja Edad Media y a lo largo de siglos, la propiedad y los límites de Covaleda fueron muy disputados en numerosos litigios y pleitos con sus vecinos y a ello podríamos atribuir tal proliferación de inscripciones de territorialidad. Aún hoy, un pastor de la zona me reconocía que el sentido de identificación y cariño que tienen los de Covaleda por su monte, es decir por su término municipal, no es ni parecido al de otros municipios de la zona. Los siglos de lucha por estas propiedades han debido dejar su huella también en el subconsciente colectivo.

 

MP6-Grafías sobre el croquis de situación
Volviendo a la información que recoge el proyecto de ordenación, conocemos que el término que ocupa Covaleda se estableció en propiedad como privilegio otorgado por Alfonso X (s. XIII). En un pleito en 1385 con los concejos colindantes se describen los límites de Covaleda y curiosamente ya hablan de cruces como forma de señalar los mojones. La trascripción de uno de los legajos del pleito refleja: “(...) e dende da en duero en las pennillas del mayelo e y estan las cruzes mohosas de otro tiempo antiguo e dende pasa a duero e da en la cebaca de la toca e y estan las cruzes viejas (...)". Si ya entonces consideraban antiguas las cruces, es probable que desde el comienzo del amojonamiento del Concejo se venga utilizando este símbolo en las piedras mojoneras. Después, sobre esas u otras piedras próximas, han debido seguir haciendo cruces e inscripciones para consolidar los lindes.

 

MP7-Grafías sobre el croquis de situación
Cada cierto tiempo se realizaban revisiones y repasos para que no se perdieran las inscripciones y a veces se dejaba la fecha de la revisión. Es el caso de las halladas en los mojones MP-1 y MP-8. No obstante, las actas en las que se describen las inscripciones hablan de muchas otras fechas que estarían inscritas en otros mojones del término. De esas fechas referidas a revisiones, la más antigua citada es 1656 y la más moderna 1889 pues esta es la fecha de las actas de revisión que se han tomado como referencia.

 


MP8-Grafías sobre el croquis de situación
En definitiva podemos decir que en toda esta zona contamos con un importante patrimonio relacionado con el amojonamiento de términos municipales. Si bien es importante por sí mismo, aún lo es más por cuanto parece ser que se conservan bastantes referencias históricas y documentos donde se hace mención a estos mojones, su ubicación e incluso las marcas que tenían. Toda una suerte para llegar a saber más de lo que aún hoy en día, y como en mi caso de manera casual, podemos encontrar caminando por nuestro montes.



 

Agradecimientos:
Tirar del hilo para documentar e interpretar las inscripciones del Urbión no hubiera sido posible sin la información, contactos y ayuda que me proporcionaron Andrés Cámara, Carmelo Fernández, Pedro Sanz, Carlos Muntión, Maite Garzón y Gabriel Latorre.

Para saber más:
-Manifestaciones rupestres de época histórica en el entorno de la cabecera del Ebro. Carmelo Fernández y Carlos Lamalfa. En: Revista MUNIBE nº 57-Homenaje a Jesús Altuna, pgs. 257-267. Sociedad de Ciencias Aranzadi. San Sebastián. 2005/2006.

-Petroglifos de término. J. Ferro Couselo. Orense. 1952.

Inscripciones rupestres en el Pico Urbión 1

El texto de las dos entradas con este título pertenece a un artículo que publiqué en Julio de 2006 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 21. He añadido un mapa con la situación de los mojones para ayudar a seguir el texto, pero lo demás está tal y como apareció allí.

Foto 1. César María Aguilar Gómez.
La cumbre del pico de Urbión ha debido suscitar desde tiempos inmemoriales la curiosidad y el asombro que provocan las altas montañas en el hombre. Con sus 2.228 m de altura, hace de límite entre dos comunidades autónomas, La Rioja y Castilla y León, y entre dos cuencas, la del Ebro y la del Duero. En su cumbre, las rocas adoptan formas pintorescas con canales afiladas, torreones desmoronados y arcos de roca, dando un encanto especial al lugar. Bajo uno de esos arcos, en el término municipal de Covaleda (Soria) y a unos 2.100 m, localizaba el pasado mes de abril unas extrañas inscripciones grabadas en roca ¿cómo no dejarse llevar por la imaginación sobre el origen de unos grabados en un sitio como ese?.

Leyenda Foto 1. Vista desde el Urbión de la cabecera del valle del Revinuesa, Laguna Larga y del camino de subida a la cumbre que pasa por el arco natural de roca.



Una cruz con cuatro puntos y algunos grabados sin identificar.

Foto 2. César María Aguilar Gómez.
La presencia de unas inscripciones en un lugar así, en el camino de subida a la cumbre del Urbión, y en un arco de roca donde tanta gente habrá parado a admirar el paisaje, debieran ser algo conocido. Sin embargo en un primer momento, a quienes fui preguntando y que podían tener conocimiento de ello, no les sonaba ninguna inscripción allí, así que ni pensar en saber algo de su significado. De las tres inscripciones de aquel lugar sólo una tenía una figura reconocible, una cruz con cuatro puntos o hendiduras a su alrededor (Foto 2), mientras las otras eran formas como de herradura, una más sencilla y otra con algunos otros signos asociados. Afortunadamente, una de las fotos de un artículo que me facilitó Carlos Muntión sobre manifestaciones rupestres de época histórica en la cabecera del Ebro, contenía el mismo diseño de la cruz con los cuatro puntos. Ya estábamos en el buen camino.

Leyenda Foto 2. Mojón antiguo en el Urbión, a 2100 m, que tiene grabado el más extendido de los símbolos de demarcación, una cruz con cuatro puntos incisos.

Foto 3. César María Aguilar Gómez.
La cruz parece haber sido el símbolo más utilizado en la Península Ibérica para señalar las piedras que marcaban algún tipo de delimitación de territorios, sin embargo en La Rioja no conocíamos ninguna referencia escrita que hablara de inscripciones así con esta función. El uso de cruces para señalar mojones de delimitación de municipios en La Rioja lo pude documentar a los pocos días de encontrar las inscripciones del Urbión. En la vía pecuaria que discurre por el cordal entre los valles del Leza y del Iregua dimos con una piedra con dos cruces grabadas. Esta piedra se encuentra separando los actuales términos de Soto en Cameros y Nalda, a la altura de Luezas. Habíamos buscado marcas en piedras y mojones a lo largo de varios kilómetros, pero sólo en éste, del que teníamos una vaga referencia de los alcaldes sobre la existencia de una “piedra muy antigua”, encontramos cruces grabadas. En este caso eran dos cruces sencillas de poco más de 10 cm (Foto 3) pero su función era clara.

Leyenda Foto 3. Mojón en la Vía Pecuaria del Iregua, que separa los términos de Soto en Cameros y Nalda, con dos cruces sencillas sin puntos.

Volviendo a la cruz encontrada en el arco de roca del Urbión, la tipología con los cuatro puntos que allí aparece indica separación de dos territorios, pero la explicación de los puntos incisos es hoy desconocida. Pese a ser un signo recurrente en distintas zonas de la Península Ibérica, fue uno de los propios autores del artículo antes citado el que me animó a que divulgara estas inscripciones, ya que no son demasiados los escritos que documentan manifestaciones de este tipo.

Siguiendo la pista de los mojones.


MP2-Grafías (abajo) y croquis de situación (arriba)
La asociación de las inscripciones a la demarcación de territorios facilitaba mucho las cosas, ya que permitía saber dónde buscar más y daba una clave para interpretar sus formas. Estas primeras inscripciones halladas, se encontraban en el entorno de uno de los mojones actuales de delimitación entre los municipios sorianos de Covaleda y Vinuesa, el mojón MP-2, así que sólo era cuestión de buscar alrededor de los demás mojones. Y efectivamente allí se hallaban nuevas inscripciones. Desde la propia cumbre del Urbión y bajando por todo el límite entre Covaleda y Vinuesa, que aquí discurre por el espectacular cortado del circo glaciar del valle del Revinuesa, las inscripciones van apareciendo de manera regular junto a los mojones.

No todas estas inscripciones son visibles a la primera, el desarrollo de los líquenes sobre la roca, la exposición al duro clima de montaña y el abandono en que han caído, hacen pasar inadvertidas muchas de ellas. Por otra parte, la iluminación del sol de mediodía puede hacer “desaparecer” muchos grabados entre las irregularidades de la propia roca, mientras que la luz de mañana o de tarde, permite localizar muchos más de los que hallamos a primera vista. En cualquier caso ahí están y después de ver las inscripciones de ocho mojones consecutivos (del pico Urbión al desagüe de la Laguna Larga), los primeros grabados sin identificar pasaron a ser iniciales y letras reconocibles. A esos ocho mojones corresponden los croquis y planos que se aportan en este artículo y a ellos me referiré principalmente. El patrón básico alrededor de cada mojón es repetitivo: una cruz con cuatro puntos, varias iniciales, un número y, afortunadamente, hasta algunas fechas. Ya sólo faltaba saber a que se referían.


Mapa de ubicación de los ocho mojones documentados.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Viaje al país de los Kafires (Libro)



Viaje al país de los Kafires
Juan G. Pallarés
Edaf 1978. Madrid
ISBN 84-7166-594-8
(Biblioteca de La Rioja DP 9189)



A Juan Gabriel Pallarés solo lo conocía de aquellos estupendos reportajes coleccionables que editó por los años 90 en la revista “El Semanal” llamados Hábitat en los que nos mostraba a modo de guía un buen número de espacios naturales de la Península Ibérica con todo tipo de detalles. Aquellos reportajes con buenas fotos y atractivas ilustraciones llamaban mi atención y me hacían soñar con viajes a todos esos sitios de la “España Salvaje” que describía. Luego de recortar algunos de forma esporádica, encontré que fueron publicados de forma conjunta en un par de libros y ya me hice con ellos y aún los mantengo bastante manoseados por el uso. Así que he de agradecerle poner en mi interés sitios como la Sierra de San Pedro entre Cáceres y Badajoz, las fraguas del río Eume en La Coruña o los valles de Ansó y Hecho en el Pirineo aragonés. Lo que no sabía hasta hace un tiempo era el libro tan estupendo que escribió de un viaje en furgoneta hasta Afganistán realizado en 1976. En mi opinión, escribir un buen libro de viajes no están sencillo como pueda parecer en un principio. Se escriben muchos pero hay que saber contar, seleccionar y cribar lo relevante y darle en enfoque que pueda interesar al que lo lee. Este libro creo que da con ello.  


Tras varios libros de viajes que no me habían entusiasmado, este lo consiguió. El viaje trascurre en unos años en que uno apenas acababa de nacer, así que imaginar en la España franquista a una cuadrilla de amigos saliendo de viaje hacia Afganistán por la ruta hippie hacia la India me llamó la atención. Como en los mejores viajes una parte está planificada pero el acabar en el Kafiristán viene en parte del azar. Está lleno no solo de descripciones de los sitios por los que pasa y sino a la vez de reflexiones sobre el cambio en la sociedad que se estaba dando en los 70 en la sociedad industrializada española y lo que ellos buscaban en tan remotas regiones. Algunas reflexiones “ecologistas” me sorprenden por estar hechas en aquellos años. 


En fin, un libro con el que he disfrutado un montón de una región de la que ahora apenas llegan referencias de talibanes, guerra y poco más. Allí entre Afganistán y Pakistán convivieron con los kafires, bebedores de vino rodeados de abstemios musulmanes, de piel clara en plena Asia Central y con historias de yetis en paisajes montañosos.


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